Estuvieron durante más de una década completamente paralizadas, con poco más que un feo esqueleto de hormigón en una de las grandes avenidas de la ciudad, pero la Sociedad Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana (SPTCV) ha pisado por fin el acelerador de las obras del Centro Cultural de Benidorm. La empresa pública encargada de las grandes infraestructuras de la Generalitat retomó hace unos meses los trabajos de construcción para finalizar la primera fase de este proyecto y ha logrado que, en muy poco tiempo, el edificio muestre una imagen que nada tiene que ver con la que estábamos acostumbrados a ver.

De hecho, las obras de la fachada están prácticamente finalizadas, a falta de acabar de colocar algunos cristales; mientras que fuentes de la SPTCV también ha confirmado que los trabajos en el interior estarían también «muy adelantados». No en vano, la previsión que maneja el Consell es que el conjunto de trabajos que se comprometió a realizar en esta primera fase puedan estar finalizados en el mes de abril o, como muy tarde, en mayo, siempre y cuando no se produzca un nuevo confinamiento general que obligue a paralizar otra vez la construcción.

«La pandemia obligó a parar durante un tiempo las obras y eso ha hecho que se vaya a producir un pequeño retraso, pero esperamos que, como muy tarde, en mayo esté todo acabado», explicó Antonio Rodes, director general de la SPTCV. En esta fecha, la Generalitat entregaría al Ayuntamiento las llaves de una parte del edificio, según explicó Rodes, que no pudo avanzar nada sobre cuándo podría comenzar la segunda fase para acabar el resto de la obra que quedaría pendiente: «En una situación tan difícil como la actual, no se puede aventurar nada», reconoció.

Como ya contó en su día este diario, el acuerdo alcanzado entre Ayuntamiento y SPTCV para desbloquear la situación de este edificio incluía la ejecución, en esta primera fase, de una sala menor con 546 butacas; instalaciones homologadas para el traslado de los conservatorios profesionales de música y danza; la cafetería; el tratamiento de las fachadas y las cubiertas de todas estas zonas; así como de una pequeña sala para exposiciones. O, dicho de otra forma, alrededor de un 40% del proyecto inicial, dejando sin finalizar una de las infraestructuras más necesarias: el parking subterráneo del edificio. Esta obra se adjudicó a la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Ecisa y Orthem, por un importe de 9.017.124 euros sin IVA, lo que supuso una baja del 23,95% sobre el precio de licitación ofrecido por la Generalitat, que era de 11.856.836 euros.

Entre los trabajos que todavía quedarán pendientes de ejecutar de cara a la segunda fase, según al menos se preveía en el ambicioso proyecto inicial diseñado por el afamado arquitecto Juan Navarro Baldeweg, figuraba un auditorio con capacidad para más de un millar de personas, un gran parking o un museo.