Con su coche recorren las calles de Benidorm para localizar y hablar con aquellos que pasan sus noches a la intemperie con todas sus pertenencias alrededor y que a veces caben en una bolsa. Al día siguiente, les llevan comida, kits para asearse y lavarse los dientes pero también algo que se ha convertido en imprescindible con la pandemia: mascarillas. Pero no dejan de lado la parte afectiva. Les dan conversación e intentan escucharles, pequeños gestos que también suman. Todo con sus propios medios y con un objetivo a largo plazo: poner los ojos en un colectivo al que muchos no quieren ni mirar.

Son seis miembros de una misma familia los que hace un tiempo decidieron que tenían que hacer algo por los que peor lo están pasando y por los que más lo necesitan. A su iniciativa le han puesto el nombre de «Todo Suma» y Tatiana Lascar es una de ellos. Estudió psicología y su profesión le permite saber cómo acercarse a estas personas que se encuentran en una situación tan vulnerable o cómo se sienten y más ahora con la crisis sanitaria que les golpea como al que más. Entre otras cosas, porque a la falta de recursos para poder comer todos los días de caliente o una cama donde dormir, se suma las medidas de seguridad ante el covid-19 que les obligan, por ejemplo, a utilizar mascarillas que muchas veces no pueden conseguir. «Creo que nadie se las proporciona y son los más vulnerables ante el coronavirus», afirmó Tatiana a este diario. «No pueden entrar a ningún sitio ni a asearse o a comprar algo sin ellas», añadió. Así que para ellos son muy importantes: «cuando les entregamos las bolsas se sorprenden y es lo primero que sacan».

Es en esas bolsas donde también reparten la comida cada vez que pueden entre los que viven en la calle. «Damos una comida a esas personas. Compramos pan y hacemos bocadillos. Otras veces intentamos si podemos dar una comida caliente. Lo hacemos en nuestra casa con nuestro dinero y recursos», explicó la joven.

Su tiempo les permite hacer un reparto al mes debido a su trabajo y cuando pueden coordinarse todos, aunque a veces intentan que sea en menos tiempo. Primero salen por la noche para localizar a esas personas que están en la calle, hablan con ellos e intentan conocer un poco más de cada uno. Normalmente encuentran entre 15 o 20 persona por toda la ciudad aunque la zona del Rincón de Loix es donde más gente localizan.

Al día siguiente es cuando se preparan las bolsas con comida en su propia casa, normalmente una cena, y cuando llenan su coche para ir a repartirlas a aquellos que ya habían localizado el día anterior. A esa comida se suma muchas veces algo tan sencillo como un cepillo de dientes o elementos de higiene y ahora esas mascarillas que se han convertido en algo imprescindible con la situación sanitaria del coronavirus. Además se interesan por si conocen a más gente que esté en su situación y que lo necesiten, ya sea «si también viven en la calle o incluso en una casa pero tienen dificultades». Así asegura que «con muy poco dinero se puede dar de comer a muchos».

Mucho más que dar comida

Tatiana habla con mucha ternura de aquellos a los que encuentra en la calle: «no es solo darles comida o un kit de higiene, también les damos conversación y nos interesamos por ellos». Recalca que «son personas con nombres y apellidos y que tienen esperanzas y sueños» y que agradecen una simple sonrisa o un «hola».

Su intención precisamente es dar visibilidad a estas personas que viven en la calle e intentar concienciar a la sociedad de que están ahí. Según la joven, muchos pasan por su lado y ni siquiera giran la cabeza: «la gente ni los mira ni les hace caso».

Esta familia de Benidorm lleva años poniendo de su parte para ayudar a los demás. La primera vez que lo hicieron fue hace unos años cuando un temporal de frío, viento y lluvia azotó la ciudad turística y el Ayuntamiento acondicionó un albergue en un centro social de Benidorm para todos aquellos que estuvieran viviendo en la calle tuvieran donde refugiarse. «Estaba enfrente de mi casa. Decidimos que teníamos que hacer algo, colaborar, y comenzamos a darles una comida además de lo que les daban allí. Así empezamos a coordinarnos y fuimos a más». Tanto que con la situación actual por la pandemia decidieron que también tenían que ofrecer esas mascarillas para que se protegieran.

Ellos seguirán saliendo con sus coche, sus bolsas preparadas y sus kits higiénicos cada vez que puedan. Animan a otros a que también colaboren como quieran o puedan, poniéndose en contacto con ellos o con un pequeño movimiento que puede simplemente «devolverles una sonrisa o acercarles un libro». Como dice su iniciativa, «Todo Suma» y cualquier gesto hacia ellos les puede ayudar material o emocionalmente. Y eso es lo que les gustaría conseguir con todo lo que hacen.

Perfil: Hombres de más de 50 años, extranjeros y sobre todo en el Rincón

La vida de cualquier puede dar un vuelco inesperado. No solo las situaciones dramáticas pueden llevar a una personas a terminar en la calle, sino que un cúmulo de infortunios también puede cambiar la vida de alguien por completo. En el caso de las personas a la que llega Tatiana Lascar y su familia, el perfil se repite en la mayoría: hombres de más de 50 años, extranjeros que no hablan español y que suelen moverse por la zona del Rincón de Loix de Benidorm. Aunque la joven también ha encontrado mujeres solas o familias. «En la zona inglesa vemos a muchos que ahora se refugian en los sitios que están cerrados por la pandemia», añadió.