Los terremotos registrados en los últimos días en la provincia de Alicante entran dentro de la actividad sísmica normal de esta zona, pero han sorprendido por su repetición en un espacio de tiempo muy corto y porque uno de ellos, el que se produjo a primera hora de ayer, ha tenido una cierta intensidad y ha sido claramente percibido por la población. Así lo explican el catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante (UA) Jorge Olcina y el profesor de este mismo departamento universitario Pablo Giménez, quienes recuerdan que estos fenómenos son prácticamente diarios, y que a lo largo de la historia se han producido varios episodios graves, como el que asoló la Vega Baja en el año 1829.

El tercer terremoto sentido en las comarcas alicantinas en tres días provocó la alarma a primera hora de ayer en toda la mitad norte del territorio. Un temblor de 3,6 grados en la escala de Richter, con epicentro en Relleu y generado a 2 kilómetros de profundidad sobresaltó a las 5.25 de la madrugada a miles de personas, la gran mayoría de las cuales aún dormía a esas horas. No hubo constancia de que se registraran heridos, ni tampoco daños materiales. Eso sí, las vibraciones tuvieron suficiente intensidad como para sacar de la cama a muchos y generar una notable inquietud entre la población.

Mapa elaborado por el IGN con todas las localidades donde se sintió el último temblor. | INFORMACIÓN

El Instituto Geográfico Nacional (IGN) señaló en su página web que el epicentro del seísmo se localizó entre Relleu, la Torre de les Maçanes y Benifallim. La poca profundidad a la que se registró hizo que se notara con claridad en un área muy amplia, sobre todo en la Marina Baixa, el norte de l’Alacantí, l’Alcoià y el Comtat. Las redes sociales se llenaron a lo largo de la mañana de comentarios de vecinos de las localidades más cercanas al epicentro, así como de Benidorm, la Vila Joiosa, Finestrat, Altea, Xixona, Ibi, Castalla, Alcoy o Muro, entre otras. El IGN informó que el temblor se sintió también en todo el sur de la provincia de Valencia, llegando a municipios lejanos al epicentro como Bèlgida y el Genovés, próximos a Albaida y Xàtiva, respectivamente.

La sacudida inicial duró entre 5 y 10 segundos y su grado de percepción por parte de la población alcanzó el nivel IV, según los parámetros que recoge el IGN en su página web. Esto quiere decir que el terremoto fue sentido por la mayoría dentro de los edificios, que el nivel de vibración fue moderado y se sintió un leve temblor de la habitación o de la cama, así como el golpeteo de vajillas, cristalerías, ventanas y puertas, y la oscilación de los objetos que estaban colgados. Eso sí, todo ello sin ningún daño. Varias personas que sintieron el seísmo en diferentes localidades de la provincia corroboraron que se habían producido estos efectos, casi con la misma exactitud que los describe el IGN.

Zona de gran actividad sísmica

Al terremoto le siguieron seis réplicas, la última de las cuales tuvo lugar a las 9.59 horas, con epicentro en Alcoleja y 2,4 grados de magnitud Richter, y que también fue sentida por los vecinos de esta localidad, según pudo confirmar este periódico, aunque no tanto como el temblor de las 5.25 de la madrugada. Este episodio de movimientos sísmicos es el tercero que se deja sentir en la provincia de Alicante en solo tres días, tras los dos que se produjeron con epicentro en aguas del Mediterráneo, ambos frente a la costa de Torrevieja, el primero de ellos el domingo por la tarde y el segundo en la madrugada del lunes. Este último, más cercano a tierra, tuvo 2,5 grados de magnitud.

El catedrático Jorge Olcina recuerda que en la provincia hay dos zonas de riesgo elevado de terremotos en la provincia de Alicante, precisamente donde han tenido lugar estos últimos movimientos: la Vega Baja y el eje montañoso entre Relleu y Muro. En ambos lugares se han registrado históricamente seísmos importantes, como el citado de la Vega Baja de 1829 y los que asolaron l’Alcoià y el Comtat en 1620, 1644 y 1748. «Debemos recordar que vivimos en zona de contacto de placas tectónicas, la europea y africana, y que la tierra está en continuo movimiento», señala.

El profesor Pablo Giménez, que también sintió toda la intensidad del temblor al residir en Sella, apunta que «al ocurrir a poca profundidad y tener varias réplicas, se ha notado más» que otros seísmos. «No es habitual sentirlos tanto, pero todos los años hay alguno así», agrega. El docente, que coordina el Máster de Prevención y Gestión de Riesgos Naturales en la UA, recalca que lo sucedido «entra dentro de lo normal», pero que «no somos conscientes de que convivimos con los terremotos, y no estamos preparados para ello».

Necesidad de que las construcciones resistan las sacudidas

Jorge Olcina recalca que en España se producen cada día una media de 10 movimientos sísmicos de magnitud superior a 1,5 de magnitud. «El problema es que tenemos normativa de construcción sismorresistente tan sólo desde 1972», por lo que hay un sinfín de edificios sin esos parámetros de seguridad. Por su parte, Pablo Giménez hace hincapié en la necesidad de investigar sobre la actividad sísmica y sus consecuencias, y que una manera sencilla de hacerlo, y que él mismo trabajó ayer en la UA con sus alumnos, es rellenar la encuesta que el IGN ofrece en su página web para medir los efectos de un terremoto.