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La afición callada de Benidorm

La conocida como «zona guiri» del Rincón de Loix luce todavía desértica por la compleja llegada de turistas británicos

Establecimientos de ocio de la conocida como «zona guiri» mantienen las persianas bajadas y las terrazas abandonadas a la espera de la llegada de turistas británicos. | DAVID REVENGA

Empate a uno en el Croacia-Inglaterra. Es la semifinal del Mundial 2018, la prórroga arranca y Benidorm comienza a sufrir un terremoto de muchos grados. No queda ni una silla libre y los británicos tiemblan con cada ocasión, los vasos se derraman y los cánticos no cesan ni un instante. Los anglosajones perdieron aquella cita por un gol, aunque hace dos semanas, en la Eurocopa, estas dos selecciones volvieron a enfrentarse y, esta vez, los ingleses lograron vencer. El ambiente del partido no aspiraba a ser ni parecido. Tres años después, la «zona guiri» de Benidorm ya no se inunda de himnos porque los británicos no están. Ahora las terrazas son espacios que se cruzan con obras de renovación, barbechos que saben lo que han sido y andan a la espera de saber lo que les viene.

Ya nadie corea el «It’s coming / Football’s coming home -Vuelve a casa, el fútbol vuelve a casa-», el clásico himno inglés. En 2018 sonaba fuerte en Alicante, la residencia de muchos de ellos y la zona de vacaciones de tantos otros. Pero ya hace un tiempo que el balompié, aunque con victoria, no es a esta casa a la que llega. Ni el deporte ni los clientes, porque quienes más sufren las consecuencias de la pandemia, todavía hoy, son muchos locales de la zona de ocio del Rincón de Loix que acogen a estos extranjeros año tras año.

Benidorm durante el Inglaterra-Croacia de 2018. | DAVID REVENGA

Hoy lucen vacíos, con terrazas descuidadas y las persianas cansadas de apoyar en el suelo; cartones, suciedad y barras que hace ya tiempo que no sujetan ninguna jarra. Nada tiene que ver con un momento previo al covid. Muchos, los bares de la calle Mallorca, vislumbran vallas, carretillas y palas en sus puertas, pues el Ayuntamiento de Benidorm ha aprovechado la baja afluencia para renovar este epicentro de la conocida como «zona guiri».

«Veo la playa de Levante con bastante gente, mucho movimiento», apunta Karen Maling Cowles, presidenta de la Benidorm’s British Businesses Association. «El Rincón de Loix, sin embargo, está vacío», añade Cowles. El turismo nacional es lo que prima ahora en Benidorm, pues los británicos que quieran venir a España deben hacer una cuarentena de diez días cuando regresen, y muy pocos cuentan con ese tiempo.

La presidenta explica que la situación es «muy difícil» para los empresarios británicos. «No lo tenemos muy claro. Estamos casi en verano, si no hay cambios pronto...», señala. Cowles pone en el primer plano la necesidad de ayudas económicas, y asegura considerarlas insuficientes. Y sobre los establecimientos dirigidos a los turistas, principalmente, señala: «Ellos viven con esperanza, siempre con ‘el mes que viene, el mes que viene...’ Y cada vez se va alargando más. No me gusta ser negativa, pero yo siempre lo digo: ojo», apunta.

La responsable de la asociación colabora con su consulado, y asegura que cada semana, al menos, participa en la repatriación de un compatriota. De hecho, ella misma se plantea regresar. «Llevo 33 años en España y estoy pensando en tener que volver a Inglaterra. Y para decir esto yo, es porque es muy fuerte. Esto es mi segunda casa, pero la situación es lamentable», critica. Su marido, dueño de un local, también se ha visto obligado a echar el cierre de su negocio.

Locales de ocio nocturno lucen descuidados en Benidorm. | DAVID REVENGA pablogonzález

Entre quienes vuelven, Karen Maling Cowles sitúa principalmente a trabajadores del ocio nocturno y la hostelería. «Algunos empresarios se han ido también», explica. En concreto, cuenta el caso de una pareja que llevaba 15 años con un bar como negocio principal. «Han tenido que cerrar y estaban viviendo del dinero que les mandaban sus padres, pero ellos son pensionistas y no podían alargar más esa situación. Al final han vuelto en Inglaterra».

La presidenta se muestra positiva con la futura llegada de británicos: «En cuanto den la posibilidad, la gente va a venir, lo están deseando», aunque no tanto con la recuperación económica: «Esa tardará un poco más». El 11 de julio es la final de la Eurocopa, ¿llegarán los ingleses a la cita?, ¿desde qué rincón cantarán aquello de «el fútbol vuelve a casa»?

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