Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Siete perros llevan dos años sin poder ser adoptados en La Nucía a la espera de un juicio por maltrato

Los animales fueron localizados deshidratados y en malas condiciones - La Protectora pide una solución para darles una segunda oportunidad

Los canes, en las instalaciones de la Protectora de La Nucía. | DAVID REVENGA

Sus nombres traen recuerdos de vida, de naturaleza, de frescura o de inocencia: Fresa, Jazmín, Azahar, Camelia, Delia, Camel y Carmín. Son siete perros, un pointer y seis podencos ibicencos, que fueron rescatados en Polop en muy malas condiciones, deshidratados y con incontables enfermedades. Un supuesto maltrato que aún está pendiente de juicio y que ha hecho que sus vidas estén en «stand by». Porque, dos años después, no pueden ser adoptados o acogidos hasta que no se solucione su situación «legal».

La historia de estos canes arranca el 19 de julio de 2019. Según publicó este diario en ese momento, la Guardia Civil inició una investigación a un hombre de 38 años como presunto autor de un delito de maltrato a a esos siete perros, que fueron rescatados de sus casetas al estar en estado de abandono, desnutridos, sin agua y con numerosas enfermedades en una finca de Polop. El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) fue quien realizó la actuación tras una denuncia. Cuando accedieron al lugar, la imagen era dantesca: estaban en casetas al sol, sin agua e, incluso, se halló una bolsa de plástico con un perro muerto en «estado de descomposición», según contaron fuentes del instituto armado en su momento.

Fue la Protectora de Animales de La Nucía la que sacó de ese lugar a los perros y dos veterinarias emitieron informe sobre el deficiente estado higiénico-sanitario de los animales. Tenían «leishmaniosis», algunos daños en el riñón por falta de agua y deshidratación, y estaban llenos de parásitos, pulgas y garrapatas.

Ahora, dos años después, los canes lucen sanos, no tienen ninguna complicación y siguen viviendo en aquella protectora que les dio un hogar cuando su vida pendía de un hilo. Pero su refugio se ha convertido también en su «condena». Porque solo pueden seguir allí, sin poder ser adoptados o ir a una casa de acogida. ¿Cuál es la razón? Pues que aquel hombre sigue siendo su propietario y se sigue a la espera de juicio por un supuesto delito de maltrato animal dos años después. Y sin sentencia o sin que haya una cesión de los animales a cualquier otra persona o entidad, nada se puede hacer por darles una segunda oportunidad. Pero hay más. Cualquier tratamiento o operación que hubiera que hacerles «solo puede ser por urgencia y justificado por el veterinario», apuntan desde la Protectora.

Siete perros llevan dos años sin poder ser adoptados en La Nucía a la espera de un juicio por maltrato

Grito de ayuda

«Son dos años y duele». Es la frase que define el sentimiento que tienen los trabajadores y voluntarios de la Protectora de La Nucía que hace dos años que conviven con ellos y son quienes les pusieron nombre. Porque ellos no entienden que esa situación no tenga solución. «Tienen que estar aquí como medida cautelar», apuntaron a este diario. Y eso hace que, aunque su vida sea ahora mismo muy diferente a la que tenían hace dos años, no puedan ir con una familia que los cuide y les dé un hogar. «Ha venido gente que quiere adoptarles, incluso en fila, pero siempre tenemos que decir no, llevamos dos años teniendo que negarles esa opción», apuntaron.

Oír a aquellos que llevan dos años cuidándolos es sentir en sus palabras la impotencia: «no es vida estar dos años en una protectora». Por eso piden que se celebre ya el juicio o que el propietario ceda a esos canes quienes, a pesar de todo, muestran su alegría cada vez que ven a un trabajador o voluntario de la Protectora. En ella han aprendido a jugar de nuevo, a correr... sobre todo a tener una vida normal llena de afecto y todo tipo de atenciones.

Porque, por ejemplo, uno de ellos llegó con apenas cinco meses: «Jazmín no conoce nada más que esto, tiene miedo a cualquier cosa». Pero es de las más cariñosas. El resto tenían entre 2 y 5 años cuando los «salvaron». Además, hay una parte que les entristece: «no podemos salir con ellos a pasear por el miedo de que les pase algo», indicaron. Porque la responsabilidad caería sobre ellos. Así que si alguna vez han decidido pasear por el campo lo han hecho con amplias medidas de seguridad para evitar cualquier incidente.

Y mientras llega una solución, la Protectora está pendiente de ellos. Llevan mucho dinero gastado en su cuidado, algo de lo que tendría que hacerse cargo el propietario si finalmente volvieran a su cargo tras el juicio. Aunque quizá ya no quiera ni que eso pase.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats