Desde 1980, reflexionamos en esta fecha sobre la trascendencia del turismo. El 27 de septiembre marca el final de la temporada turística de verano en el hemisferio norte y su inicio el hemisferio sur.

Si 2020 fue nefasto y solo nos permitió saludar tibios momentos de recuperación veraniega, a estas alturas de septiembre de 2021, cinco oleadas después de desencadenarse la pandemia que ha alterado nuestras vidas, afectando sobremanera a las relaciones entre personas y la movilidad, el turismo ha demostrado ser la proyección de la esperanza para los viajeros y la certidumbre para el segmento industrial que los recibe, acoge y consigue generar los momentos de distensión y relax reclamados tras tantos meses de zozobra e inquietud.

Es hoy momento y ocasión para reivindicar la resiliencia del sector y de quienes lo integran: las personas que hacen realidad que todos los engranajes de esta industria de la felicidad sigan haciendo girar la rueda del ocio y el disfrute de ese logro tan genuino y tan nuestro como es el derecho a disfrutar de las vacaciones y el tiempo libre.

Consolidado el Turismo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, en los albores del siglo XXI ha soportado sus más duras crisis y ahora muestra y evidencia sus fortalezas para seguir siendo un referente como industria de la felicidad. El Turismo supera todo tipo de crisis y encierra en sí mismo una reacción positiva de supervivencia. Es una necesidad; la vacuna con que la sociedad se dota para ir superando los escollos del trabajo y de la vida.

Esta celebración tuvo -y tiene- como objetivo destacar la importancia del turismo y su valor social, cultural, político y económico; importancia que ha quedado corroborada en estos dieciochos meses tan extraños, duros y difíciles.

Ha quedado patente que el Turismo es una industria básica, un servicio activo prioritario que no se deslocaliza y ofrece un alto nivel de eficiencia, pionero en el desarrollo económico de nuevos sectores productivos y de las actividades humanas.

Y bien patente que ha quedado este año en que hemos ido sorteando embestidas consolidando referencias donde ha quedado bien claro el deseo de las personas de disfrutar de la vida y la voluntad de los destinos de hacer bien las cosas.

Benidorm ha estado en la vanguardia de la defensa del Turismo y sus proyecciones locales de la marca y los tejidos social y económico. Sinceramente creo que hemos hecho los deberes para con el destino y sus profesionales; y con toda su población, que directa o indirectamente vive y siente, en primera persona, los avatares de este proceso.

En la irrupción del covid-19, protegimos la marca en marzo de 2020, testamos protocolos, implementamos medidas e iniciativas, innovamos en todos los frentes posibles y hemos trabajado sin descanso posicionando nuestra marca, Benidorm, allá donde fue necesario, para mantenernos como referencia. Iniciamos la salida de esta carrera con obstáculos el pasado verano y hemos ido diseñando iniciativas y programas que han tenido efectos positivos.

Benidorm es el destino turístico elegido por muchos.

Detrás hay un gran trabajo, una gran labor que nos ha llevado a obtener unos buenos resultados; pero debemos continuar esta labor hasta doblegar esta situación y aún más allá. Ya este verano, Benidorm ha sabido ser referente y ha conseguido el favor que inspira una marca consolidada.

En conmemoraciones como esta, se hace más evidente la necesidad de tener claro el poder del turismo: su capacidad social, las oportunidades que genera, su generosa aportación económica y la necesidad de la especie humana en consolidar este bien inmaterial que es el turismo.

En esta fecha tan importante para los que sentimos la realidad del turismo, invito a todos a reflexionar sobre la grandeza de esta industria, de lo que representa y la necesidad de que de una vez por todas tenga el reconocimiento y rango que merece en cuantas decisiones y gestiones de cualquier Gobierno y administración deban realizarse en los países para consolidar la realidad y ganar el futuro, cuidando y protegiendo el turismo.

Es por esto descorazonador ver como planteamientos inconcebibles, como una nueva imposición contributiva al sector, vuelven a la actualidad con propuestas que solo evidencian un absoluto desconocimiento de la realidad, cuando no una inquina total a quienes siempre han sacado a esta sociedad de graves atolladeros económicos sin pedir nada a cambio.

Evidentemente, todo el sector turístico ha rechazado la maniquea iniciativa por inoportuna, absurda, irreal y extemporánea. La idea podría resultar letal y, abordarla, una irresponsabilidad.

Desde Benidorm, nos reiteramos: no y nunca a un exabrupto de ese tipo. Competimos, nos esforzamos y aportamos al común mucho más de lo recibido; no podemos lastrar nuestro producto.

Hay que dejarse de ocurrencias como esta porque el sector, en estos momentos, necesita más que empatía y palabras; necesita compromisos con una industria que está haciendo el mayor de los esfuerzos para recomponer una estructura social, laboral y económica que tire con fuerza de la Comunidad Valenciana y contribuya a revitalizar la marca España.

A fecha de hoy, los datos conocidos permiten concluir que las campañas de promoción y recordatorio hechas en los peores tiempos de la pandemia estaban bien orientadas y han dado sus frutos. Ahora sólo nos falta recuperar la movilidad internacional y apostar porque se valore lo que de verdad implica el turismo para poder celebrar que la ansiada recuperación está ya aquí, con nosotros, exhibiendo aún la mayor responsabilidad frente a los vaivenes de la pandemia.