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Yolanda García Henarejos Portavoz de las Kellys de Benidorm

Yolanda García: «La hostelería ha olvidado que detrás del uniforme hay personas con una familia»

Yolanda lleva cinco años abanderando la lucha para mejorar las condiciones laborales de las camareras de piso, grupo profesional mayoritario en los hoteles. Sobrecarga, dolencias y falta de reconocimiento son el eje de sus denuncias. «Es normal que la gente no quiera trabajar en esto», afirma.

Yolanda García Henarejos, la portavoz de la asociación de Las Kellys de Benidorm. | DAVID REVENGA

A principios de esta semana, coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Turismo, Las Kellys volvieron a salir a las calles de Benidorm. ¿Qué reclaman?

Estamos en un momento clave, a punto de que se empiece a negociar el convenio colectivo de hostelería de la provincia de Alicante, y queremos que nuestra voz se oiga. Llevamos tiempo explicándolo pero hay que seguir insistiendo: las camareras de piso contribuimos enormemente a esta industria, porque somos las que limpiamos las habitaciones para que el hotelero las pueda vender, y por tanto somos personal estructural, necesario para que un hotel funcione. Sin nosotras, sería imposible. Y creemos que ha llegado el momento de que se nos reconozca de una vez.

Que se les reconozca el qué.

Hay dos líneas rojas que son esenciales y que han de incluirse esta vez, sí o sí, dentro del convenio, porque en otras zonas, como en Tenerife o Baleares ya han sido aceptadas y aquí no nos podemos quedar atrás. La primera, que no se puedan externalizar los servicios estructurales de un hotel, algo que es legal pero que se puede frenar por la vía del convenio. En Tenerife, por ejemplo, cocina, comedor, recepción y limpieza no se pueden subcontratar a empresas de trabajo temporal, sino que han de ser personal en plantilla. ¿Cómo puede ser que haya hoteles que no tengan contratada a ni una camarera de pisos? Es imposible vender una habitación de hotel sucia, ¿verdad? Pues entonces, nuestros puestos deben estar en el organigrama y regirse por lo que marca el convenio.

No basta con que venga la mutua una vez al año y me diga cómo tengo que hacer mi trabajo. Hay que reducir la carga»

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...Para que así no se les apliquen rebajas salariales y peores condiciones laborales que a sus compañeras.

Así es. Es la vía que tienen muchas empresas de sortear el convenio y por eso el propio convenio tiene que ser el que lo impida de forma expresa en su articulado.

¿Cuál sería la segunda línea roja?

El cumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Necesitamos que el convenio recoja la obligación de incluir los estudios ergonómicos psicosociales adaptados a cada establecimiento para calcular los ritmos de trabajo y hacer una buena planificación. No se trata de asignar 25 o 27 habitaciones así, a boleo, sino de determinar cuánto tiempo lleva hacer una habitación para luego establecer el número total y que el trabajo no termine lesionándonos y creando una enfermedad crónica. No basta con que una vez al año venga un técnico de una mutua y nos dé una charla de cómo tenemos que hacer nuestro trabajo; eso no sirve de nada si luego la empresa no me da los medios suficientes o me hace trabajar a un ritmo frenético. Somos el departamento que más bajas laborales tiene dentro de un hotel y los que nos dirigen deberían preguntarse de una vez por qué.

¿Les preocupan más estos asuntos que el tema salarial?

Por supuesto. El salario es importante, todos trabajamos a cambio de un sueldo y no queremos salarios congelados porque la vida no está congelada. Pero si nos das a elegir entre salario y salud, para nosotras la salud es la prioridad, porque estamos cayendo como moscas: hay compañeras que no pueden levantar los brazos porque tienen los hombros destrozados; que se han tenido que operar; que sufren a diario lumbalgia; con muchas dolencias que no se nos reconocen como enfermedades profesionales. Entre que me suban el salario 30 euros o estar físicamente bien, creo que todos nos quedaríamos con la segunda. Aunque mucho nos tememos que, con la crisis del covid, los empresarios querrán barrer para casa alegando que «no es el momento» de aprobar mejoras.

Hace unos días, este diario publicaba que patronal y Administración reconocían los problemas que están teniendo para encontrar gente dispuesta a trabajar en un hotel. ¿Ustedes lo han notado?

Sí, claro que existe ese problema. Este verano se ha repetido más que nunca, en nuestro departamento pero también en otras categorías dentro de los hoteles, no ha habido gente suficiente para trabajar. Y también en el conjunto de la hostelería, es algo a nivel global.

¿A qué lo achacan Las Kellys?

Ha habido mucha gente que no estaba cubierta por los ERTE y que se ha tenido que buscar la vida, mucho personal eventual que no se pudo incorporar a tiempo y que también se quedaron fuera. Por ejemplo, mujeres que eran camareras de piso y ahora están limpiando hospitales. En el caso de la limpieza, tienes un horario que se puede compaginar, pero la jornada es agotadora. Y en otros puestos, el problema quizás venga por ahí, por esa falta de horarios. La hostelería se ha olvidado de que detrás del uniforme hay personas que tienen una vida y una familia y se ha abusado mucho. Por ejemplo, un camarero de un comedor que tiene tres turnos, desayuno, comida y cena, al final se pasa el día en el hotel. ¿Qué vida familiar puede tener esa persona? ¿Realmente eso es vida? Si le sumas que ganas un salario normal y corriente, para pagar la hipoteca y vivir al día, pero poco más, pues a muchos no les compensa realmente el sacrificio con la cantidad de horas que hacen.

Cada vez hay menos gente que elija trabajar en este sector si no es por necesidad. El sacrificio no compensa»

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¿La pandemia ha empeorado esta percepción?

Yo creo que sí, que la ha agravado porque mucha gente ha visto que es un sector muy volátil y con poco futuro. Desde luego, si a mí me preguntasen si me gustaría que un hijo o una hija mía trabajase de esto, la respuesta es no.

Ese es otro de los problemas que lamentaban los empresarios, que apenas hay relevo generacional en el sector.

Así es. Ves muy poca gente de 20 años trabajando en determinados puestos de un hotel, la mayoría tiene ya los 40 cumplidos. Cada vez hay menos personas que elijan trabajar de esto si no es por necesidad.

En plena crisis sanitaria, ustedes participaron en distintos foros tanto en el Congreso como en las Corte Valencianas, como la Mesa de Reconstrucción Social, para trasladar sus propuestas de cara a la pospandemia. ¿Han conseguido algo?

Nada. De todo lo que planteamos en su día, no se ha hecho caso a ni una sola petición. Exponíamos que ahora los protocolos iban a ser más exhaustivos, porque además de limpiar hay que desinfectar; que no podíamos mantener las mismas cargas de trabajo; que no se subvencionase a hoteles con personal subcontratado o con denuncias ante la Inspección de Trabajo,... No sirvió de nada.

¿Cuál es el siguiente paso?

Nuestro objetivo es podernos constituir como sindicato, como ya han hecho las compañeras de Cataluña, para poder entrar en los hoteles, presentarnos a las elecciones sindicales y obtener delegados, podernos sentar en la mesa de negociación del convenio. El reto es tenerlo para 2022.

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