La Inteligencia Artificial en las aulas: de herramienta positiva al mal uso

Las aplicaciones como el ChatGPT son cada vez más utilizadas por estudiantes que defienden las opciones que aporta | Los profesores detectan trabajos realizados por la tecnología y plantean un cambio en el modelo de evaluación para convivir con ella

Una estudiante usando el ChatGPT en su ordenador.

Una estudiante usando el ChatGPT en su ordenador. / David Revenga

La tecnología avanza a pasos agigantados y la Inteligencia Artificial se va abriendo un hueco. Una de las áreas donde está entrando con fuerza es en las aulas donde aplicaciones como el ChatGPT están siendo usadas ya por los estudiantes como una herramienta de consulta y estudio. Pero tiene una cara B: utilizarla para crear trabajos que cuenten como evaluación como si fueran propios. Por ello, las universidades o institutos se intentan poner al día para detectar todas estas cuestiones y poder hacer frente a una nueva forma de "picaresca" entre los más jóvenes. Aunque no todo es negativo. También se recalca el buen uso que se puede hacer de ella.

Esta aplicación a modo de chat es una inteligencia artificial que da respuestas a temas complejos o mantiene conversaciones con un usuario a través de un lenguaje natural, como el que se usa en el día a día. Y, además, es gratis y solo hay que registrarse con un correo, aunque hay una versión de pago. En el caso de la educación, se le puede preguntar por un tema en concreto y que cree todo un trabajo sobre ese asunto con todo tipo de respuestas. Pero tiene un pero: algunas de ellas pueden no ser del todo veraces o contener errores.

Los centros educativos han comenzado a detectar ya entre los trabajos que presentan los estudiantes como algunos están realizados por medio de esta tecnología. "Puedes decirle que te escriba lo que quiera pero además que lo adapte a cualquier edad. Por ejemplo, que lo escriba como un niño de 12 años o una persona de 50", explicó a este diario una profesora de instituto. Pero alerta: "Hay cosas que no son coherentes". En su caso, en una evaluación, detectó que la clase de 1º de Bachillerato había entregado trabajos hechos con ChatGPT. Los suspendió. "Además es que cada uno es diferente, pero si tienes un poco de picardía, se detecta". Porque a veces el lenguaje no cuadra o se habla de cosas que luego no se explican a continuación. O incluso crea URLs de bibliografías que no existen para que los alumnos las pongan.

Que los estudiantes están usando esta herramienta es una realidad y así lo reconocen a este diario. "Estamos en el mundo y probamos todo lo que tenemos a nuestro alcance", explicó Nacho López, estudiante de 4º curso en la Universidad de Alicante (UA). Para él, el Chat GPT es "una herramienta más, pero ahora es muy polémica y controvertida". Sin embargo él defiende que es buena para consultas y aprender aún más: "Te puedes informar de muchas cosas o localizar lo que quieres más rápido en lugar de consultar manuales de 800 páginas". Pero además, "a la hora de generar imágenes para las presentaciones es muy efectiva".

Alumnos en la biblioteca de la UA.

Alumnos en la biblioteca de la UA. / David Revenga

Pero el alumno reconoce que también se puede hacer mal uso de ella: "Muchos la usamos bien. No hay que pasar ciertos límites o los que pone la universidad". Es decir, presentar trabajos o evaluaciones hechas directamente a través de esta aplicación sin más, algo que sí hacen algunos alumnos. De hecho, algunas fuentes confirmaron esta cuestión y alegaron que "es un modo de plagio" y que se puede suspender ese trabajo o incluso la asignatura si se detecta que un texto no está hecho por el alumno. Aunque en algunos casos, la redacción es tan perfecta que es complicado detectar si viene de un ChatGPT. Como anécdota, un profesor llegó a preguntarle a esta aplicación si había hecho él un trabajo presentado por un alumno; la respuesta fue que sí. Cazado.

¿Es fácil identificar un trabajo hecho con el ChatGPT? Rafael Molina, vicerrector de Transformación Digital en la universidad alicantina, indicó que es "relativamente fácil" saberlo porque normalmente "los profesores conocemos a los estudiantes". Pero además, porque hay herramientas para ello. El docente considera que en el caso de detectar un trabajo así "no es plagio como tal aunque es un tema controvertido. Es un texto original que se basa en otros textos, pero la autoría no sería del estudiante", y ahí estaría la clave para poder tomar medidas académicas.

La introducción de este nueva tecnología ha hecho a los docentes plantearse si había que cambiar la forma de evaluar a los alumnos y volver a hacerlo "en directo"; es decir, que los alumnos sean capaces de realizar estos trabajos y reflexionar sobre las temáticas en las aulas, y no hacerlo en casa. "El uso de estos sistemas van a tener que suponer un cambio en la manera de evaluar. Es imparable el progreso de la tecnología y hay que adaptarse", indicó a este diario Rubén Martínez, profesor titular de Derecho Administrativo de la UA. "Vamos a tener que cambiar de roles" y que "los trabajos sean más prácticos o incluso se defiendan en clase o un tribunal", añadió.

Todo quizá para devolverle un poco de humanidad a la educación más allá de la tecnología. "La clave está en reflexionar para poder utilizar este tipo de herramienta", añadió además de considerar que "es un método más que pueden usar los alumnos". Martínez indicó que ya es un tema que se habla en congresos u otras reuniones de docentes y está a la orden del día.

En la misma línea de pronunció Francisco Torres, vicerrector de Estudios, Calidad y Lenguas de la UA: "Nos va a obligar como docentes a reorientas las pruebas de evaluación", indicó. De ahí que quizá "haya que hacer una defensa in situ o someterse a preguntas" para comprobar si el alumnos es el autor de un trabajo y detectar cuando no lo es. Torres añadió que sí puede ser una ayuda externa para un alumno pero hay que orientarles hacia ser "reflexivos". Con todo, recordó que este tipo de métodos para copiar o reproducir trabajos "siempre han existido, lo que el soporte cambia" y ahora son aplicaciones de inteligencia artificial.

El uso de la tecnología y nuevas herramientas crece entre los más jóvenes.

El uso de la tecnología y nuevas herramientas crece entre los más jóvenes. / David Revenga

Molina explicó que la inteligencia artificial y su uso "es un tema complejo y muy reciente" y "se está reaccionando poco a poco". Así explicó que en la UA "se hace formación al profesorado" a través de cursos especializados para que "se pierda el miedo" también a este tipo de tecnología. "Hay un problema de desinformación y desconocimiento de esta herramienta y eso causa alarma", explicó. "Pienso que es imparable que irrumpa en las aulas", por ello, "hay que usarla a nuestro favor. Es una oportunidad", añadió el docente. Aunque "se imponga su uso, lo importante es hacer uno bueno de ella".

Para él, hay tres formas de enfrentarse a este tipo de inteligencia artificial porque no se puede prohibir: "Optar porque los alumnos no la usen en trabajos o evaluaciones; que no les salga a cuenta usarla"; o "no impedir que la usen, pero que si la utilizan que se haga de forma que aprendan". Y aquí la clave estaría en que "en lugar de buscar respuestas se evalúe si hacen bien las preguntas". La tercera sería pedir "a los estudiantes que la usen y que aprendan a ello y a tener espíritu crítico. Que sepan distinguir su la información que les da es veraz y la que no lo es", añadió.

El uso de la inteligencia artificial y aplicaciones como el ChatGPT se han convertido en un nuevo reto al que se enfrentan los docentes y buscar fórmulas para que se haga el mejor uso posible de ellas. Porque los más jóvenes van tan rápido como la tecnología y no se pueden poner puertas al campo. ¿Se tendrá que volver a evaluar en clase y sin usar la tecnología in situ? Solo el tiempo lo dirá.