Es curioso, pero en estos últimos días he coincidido en esta idea con personas muy diversas con las que he dialogado. Digo que es curioso, porque con muchas de ellas uno de los temas ha sido el mismo, justo el título del artículo de hoy. Luego he pensado que las ideas que yo he defendido podía trasladarlas aquí, al periódico, pues me parece que son consistentes, y sería muy conveniente e importante que la sociedad en su conjunto las viera con el mismo color.

   En mi charla recordaba que hace unos 70 años España era un país lleno de personas iletradas, que no sabían leer ni escribir, y que éramos un país pobre. Una gran parte de la población tenía dificultades para comer todos los días. Por otra parte, se vivía bajo la dictadura del general Franco, el Generalísimo lo que limitaba muchísimo las libertades personales. Es también cierto que fue el mismo Franco el que inició una conversión del país. Utilizó las divisas que aportaron los primeros turistas que vinieron al país, y las de los trabajadores españoles, que las lograban cuando habían emigrado a países de centro Europa o Latinoamérica para, invirtiéndolas fundamentalmente en la siderurgia de Vizcaya, o el tejido industrial de Cataluña, iniciar ese cambio que comenzó a hacernos tímidamente industriales, pero que luego nos permitió crecer.

   Tengo la impresión de que fue el comienzo de la existencia de una clase media que en España ha ido progresando hasta hacerse mayoritaria en la población.

   Desde entonces los cambios han sido muchos e importantes. Creo que fue uno de sus ministros, uno natural de Cabra, que era egabrense, José Solís Ruiz fue el que inició lo que ahora llamamos la Seguridad Social. Debemos saber qué es un sistema sanitario que nos cubre a todos, y que cubre todas nuestras enfermedades. Es tan eficiente que hasta el mismo Presidente de los Estados Unidos Barack Obama quiso copiarle, era el Obama Care, que fracasó. No fue capaz de hacerlo. Por el contrario, aquí fue el inicio de un gran cambio. Casi todas las ciudades españolas vieron como en ellas se levantaba algún hospital. Pero el cambio no terminaba aquí; de igual manera se construyeron Universidades en casi todas las ciudades del país. Los jóvenes no sólo aprendían a leer y escribir, sino que la mayoría completaban el bachillerato y muchos de ellos estudiaba en la universidad. España fue la fábrica de muchos arquitectos, ingenieros, médicos, etc.

    Luego, los cambios han seguido. Se han construido una maravillosa red de carreteras, que incluyen muchísimas autopistas y autovías; y otro tanto ha sucedido con la red de ferrocarriles. Los trenes de alta velocidad de los que disponemos pueden ser envidiados por otros grandes países del mundo. Nuestras empresas han desarrollado múltiples e importantes sistemas productivos. Hay que recordar que España construyó el ave de la Meca a Medina. Si entro a considerar a los aeropuertos, debo señalar que estábamos tan locos que construimos más que aviones teníamos, levantábamos dos a pocos kilómetros uno de otro.

    Pero, y lo consideró muy importante, España se ha mantenido como una sociedad con muchos valores, o si lo quieren muchos privilegios. Somos todos muy próximos, con facilidad nos abrazamos o hacemos nuevos amigos. Son personas con las que podemos pasar una tarde de charleta, y hacerlo hablando de todo, desde temas íntimos sexuales a los análisis políticos críticos. Y no necesitamos más que una silla, y a lo sumo, y en todo caso, una caña de cerveza. En otros países eso es impensable; esas dos personas sólo hablarían del tiempo y por un breve periodo. El país está lleno de personas disfrutonas, que son capaces de gozar con todo lo que les rodea, la gastronomía, la diversidad de vinos, quesos o mieles.

   Y algo más, que puede ser suerte, pero que nos acompaña. Vivimos en una zona del planeta que la luminosidad lo inunda todo, desde que el sol sale a las siete de la mañana hasta más tarde de las ocho de la noche y eso la mayor parte del año. Si lo piensa sociedades como la inglesa, sueca, noruega o danesa, viven prácticamente a oscuras todo el año.

     Y además nosotros somos un país accesible. Por 15,00 € puedes elegir un menú, lo que quieres comer, en muchos de nuestros restaurantes.

   Se ha demostrado que nuestra sociedad es una democracia consolidada. Y que se puede vivir con tranquilidad, no estamos rodeados de carteles asesinos de droga, o de locos que pueden acceder a las armas y disparar a estudiantes matando a un buen número de ellos incluso en los campus universitarios.

     Nuestra dieta es de las más saludables del mundo, y nosotros echamos un pulso con Japón para ser los habitantes más longevos del planeta. Unas veces son ellos y otras lo somos nosotros. La esperanza de vida de un niño español que acaba de nacer es de 78 años, y si es una niña de 84.

   Somos un país generoso. El primero en el mundo en lo que hace referencia a donación de órganos para trasplante. Y llevamos 25 años siéndolo. En eso sin duda ha contribuido el doctor Rafael Matesanz, director de la Organización española Nacional de Trasplantes.

   Me encantaría que todos lo sintiéramos de esta manera, y sobre todo los jóvenes. Ello haría que se sintieran más orgullosos de su país, y que se implicaran en seguir haciéndole crecer.