Espera lo mejor, prepárate para lo peor y adáptate a lo que venga. Esta frase puede definir perfectamente lo que hoy ha sucedido en el mundo, al menos en ese pseudomundo Matrix que se nos muestra en televisión, ese de los focos que deslumbran, los índices bursátiles, las papeletas y las urnas, los rojos y azules, las pancartas y los eslóganes.

Afortunadamente el mundo también son niños que nacen, ancianos que ríen, caballos que cabalgan libres por las praderas, abrazos entre amigos, besos entre amantes, personas que se ayudan y se apoyan, cimas de altas montañas solitarias, amaneceres en la playa, alegrías y cánticos, oraciones y silencios.

Que el foco mediático no te desvíe la mirada profunda de la verdadera realidad diaria, que no consigan que el mensaje de la desesperanza arraigue en tu corazón porque entonces estarás perdido.

Este es un blog en el que nunca he hablado de política, hoy tampoco lo voy a hacer, pero la noticia con la que hemos amanecido va más allá de la política porque dice mucho de los designios de la humanidad como civilización, esa humanidad que vive una crisis de identidad y un individualismo tan atroz que ha provocado, entre otras cosas, que hoy se haya coronado a Donald Trump como ‘El hombre más poderoso del planeta’.

Como periodista especializado en la inspiración para el cambio me siento en la obligación de compartir un mensaje de esperanza. Soy de los que piensa que las cosas suceden porque han de suceder y que lo que hoy nos puede parecer el principio de un fin no es más que un correctivo, un terremoto que recoloca las placas tectónicas de una masa mundial que desde ya hace tiempo camina hacia a la deriva.

Cuando hay una situación insostenible, cuando hay millones de personas que se sienten ignoradas, desesperadas, que sienten que su vida no se tiene en cuenta, que son denostados por el establishment vigente, que pierden su dignidad luchando como animales salvajes por sobrevivir en la tundra, es totalmente lógico que el derecho a la pataleta les impulse a dar un golpe de timón y, unidos, sin saber siquiera que lo estaban, den una colleja al sistema imperante.

Image by Mariano Peccinetti

Lo que hoy estamos presenciando es una llamada de atención de un subconsciente colectivo que está en modo pavor. Que está perdiendo la conexión con su Fuente, que cada día se siente más vacío y está desligándose de la esencia, esa que nos dice que todos somos la misma naturaleza, que todos somos una gran familia llamada humanidad y que somos frutos de un mismo árbol.

El mensaje del miedo, la atomización de la vida en pequeños corpúsculos infinitesimales llamados ‘yo’ está haciendo que la desconfianza anegue la Tierra.

Romper para construir

El valor primordial que soporta otros valores es la confianza, la confianza en el otro, en la humanidad, en la vida, pero se trata de un valor binario, o se tiene o no se tiene. Y esa confianza necesita de ese combustible verde llamado esperanza.

Un mundo sin esperanza es un mundo abocado a la autodestrucción. Un mundo esperanzado es un mundo que sorteará cualquier obstáculo para mejorar y acercarse al bienestar que tanto anhelamos como sociedad.

No creo que este giro inesperado con el que hoy nos hemos desayunado sea positivo, tampoco negativo, simplemente es. Ha sucedido y forma parte de la realidad que hay que afrontar. Ni el señor Trump es el demonio, ni Mandela o Gandhi fueron santos. Sepamos abstraernos de los titulares y dejemos el simplismo para los tertulianos de plató.

Una amiga periodista me decía esta mañana que si el sistema cuando está podrido no cambia, viene una fuerza mayor que lo recoloca todo.

Recuerdo cuando con 7 años me rompí un dedo. Me dolió más la recolocación del hueso por parte del médico que el momento de la fractura. La fractura no se ve venir, sucede. El reajuste sabes que tarde o temprano llega y es doloroso porque se suma al dolor ya padecido.

Mirar hacia otro lado

Todos, por muy alegremente ignorantes que vayamos por la vida o por mucho que apartemos la mirada hacia las pantallas de nuestros móviles queriendo obviar lo que realmente está sucediendo, sabemos que las cosas no están marchando. Que pasamos por un momento delicado caracterizado por la enfermedad ecológica que le estamos produciendo al planeta y siguiendo por la enfermedad psíquica que padece la humanidad en su conjunto. Un amplísimo porcentaje de la población, sobre todo en los mal llamados países civilizados, están insatisfechos con su vida.

Quizá nos estamos dando cuenta ahora de que no somos los seres más inteligentes de la Tierra. Que hay otras especies que, de manera más discreta, están sabiendo adaptarse mejor a la vida en este planeta.

Agárrate que viene curva

La vida en ocasiones nos coloca una curva enfrente y cuando estás dentro de ella crees que nunca va a acabar, pero siempre llega el día en que se torna recta de nuevo. Hoy es un día curvo pero ya veréis como, ni la curva es tan pronunciada como hoy parece, ni es tan larga como para perder el rumbo. El Sol siempre ha estado ahí por mucho que lo tapen las nubes que hoy dejan el cielo plomizo.

Espera lo mejor siempre, entre otras cosas porque de eso depende que suceda, pero sé realista y estate preparado para lo que pueda venir.

Hoy es un gran día, hoy nos han cogido de los hombros y nos han zarandeado. Depende de ti que despiertes y hagas algo por devolver la esperanza a tu vida y a la de la humanidad o que te encojas de hombros y vivas lo que está sucediendo como un capítulo más de tu serie favorita.

Cuando todo cruje bajo tus pies es más necesario que nunca que te mantengas confiado. Aunque hoy dudes, manera 96 de conectarse a la Fuente: Mantén la esperanza.

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