Finalizado 2015 llega ese momento en que proliferan las listas analizando lo mejor y lo peor del año. En bastantes de esas listas, ha venido incluida la segunda entrega de True Detective que muchos críticos han considerado como una de las decepciones de la temporada. Tal ha sido el varapalo y la cantidad de espectadores que se han echado para atrás ante las críticas, que la HBO se está pensando y mucho el renovarla para una tercera temporada. Uno de sus showrunners, Nick Pizzolatto tiene asegurada su permanencia en la cadena de cable por contrato pero eso no quiere decir que tenga que seguir con True Detective, sino que perfectamente se le podría encomendar que creara una serie diferente. Uno de los jerifaltes de la HBO, Michael Lombardo, ha salido entonando el mea culpa esta misma semana y analizando los motivos del patinazo. Para Lombardo está claro: La culpa ha sido de poner una fecha para la entrega, en lugar de dejar a los creativos el tiempo que necesitaran para hacer su magia. Para la primera temporada, no hubo tal presión. Los guionistas trabajaron la idea durante años, hasta que se les dio luz verde al proyecto. Según Lombardo, dejando reposar las cosas un poco más podría haber salido algo del mismo nivel que la primera temporada.

True Detective es una de esas series que cuenta una historia por temporada, la cual, una vez finalizada, empieza de cero con nuevos personajes y un argumento totalmente diferente. He de admitir que, asustado por las críticas, me daba bastante pereza ver la segunda temporada pero fue a finales del año pasado cuando me decidí a meterme los ocho episodios entre pecho y espalda. Sé que entre Mathew McConaghey y Colin Farrell no hay color. Es más, es que jamás he soportado a Colin Farrell y sobre todo después de haber visto su espantosa interpretación de Alejandro Magno en la película de Oliver Stone. En la segunda temporada no tienes las citas solemnes y profundas de Rust Cohle, pero sí los momentos padre e hijo entre Ray Velcoro y su niño. Pero, pese a todo, debo admitir que Farrell está menos histriónico de lo habitual y consigue que le cojas cierto cariño.

Ante tanto varapalo de crítica y público, la pregunta es ¿era para tanto? Realmente entre la primera y la segunda no hay color, pero mi veredicto es que la segunda no ha sido tan mala y quizá la primera no era tan buena. Repasaremos en el blog algunas de las diferencias entre las dos temporadas de la serie.

1) Reparto protagonista: La primera gran diferencia es la del reparto protagonista. Los actores de la segunda temporada no tienen el peso de Mathew McConaghey, ni de Woody Harrelson. En la primera temporada se nos mostraba la relación entre los dos detectives durante una investigación que se extiende la friolera de 17 años a lo largo del tiempo. La segunda temporada se nos vendió como otra historia con un dúo protagonista: Colin Farrell y Vince Vaughn un policía corrupto y el mafioso con el que colabora. Sin embargo, el reparto en esta nueva entrega es más coral y se amplía con nuevos actores protagonistas: Rachel McAdams, que encarna a una agente del FBI, y Taylor Kitsch, que interpreta a un agente de carreteras de California. Cada uno tendrá su propia hoja de ruta dentro del caso al que se van a enfrentar.

2) Referentes cinematográficos: La primera temporada de True Detective es heredera de un clásico del cine de los 90, Seven. Tenemos un asesino en serie que comete sus crímenes con cierta pretensión de evangelizar y tras todas las muertes hay un trasfondo religioso. La segunda temporada bebe de otro gran incunable del cine negro, Chinatown de Roman Polanksy. Detrás de toda la trama policiaca, hay un oscuro trasfondo de corrupción urbanística que evoca al clásico de los años 70. Algunos consideran que esta trama urbanística es tan complicada que hace que el espectador se pierda.

3) Cary Fukunawa: Para algunos hay una gran diferencia entre la primera y la segunda temporada. Si bien, ambas han sido escritas por Nick Pizzolatto; el director no ha sido el mismo. Cary Fukunawa fue el director de todos los episodios de la primera temporada y algunos le atribuyen el mérito de ser quién hizo posible el milagro de convertir esta serie en todo un hito de la historia de la televisión. La segunda temporada no sólo se ha quedado sin Fukunawa, sino que ha tenido hasta cinco directores distintos para rodarla, uno de ellos Justin Lin, realizador de una buena parte de las entregas de la saga Fast and Furious. Fukunawa aparece en los créditos como productor, pero todo parece indicar que se ha limitado a poner el nombre y poco más. Todo apunta a que la realidad es que él y Pizzolatto se llevan a matar, hasta el punto de que no han podido seguir trabajando juntos para estos nuevos capítulos. Es más, en el episodio tercero hay un personaje que algunos dicen que es una parodia que el guionista ha hecho de su odiado Fukunawa.

4) El plano secuencia: Hay una escena en el cuarto episodio de la primera temporada que ha pasado a la historia. Un plano secuencia de seis minutos que ya se estudia en las escuelas de cine. En la segunda temporada, también tenemos una gran secuencia de acción al final del cuarto episodio. No tiene su altura, pero es una gran secuencia. Un tiroteo que sabe mantener la tensión y que trata de repetir el épico experimento del año anterior. La escena dará un giro al trama y, si has llegado hasta aquí, la serie pega un gran giro argumental en el siguiente episodio.

5) Pantanos contra asfalto: Mientras que en la primera temporada la acción transcurre en los pantanos de Luisiana, en la segunda se traslada a la ciudad de Los Ángeles. La compleja red de autopistas puede ser un lugar que da cobija a seres tan inquientantes como los que vimos en la primera entrega de la historia y sino que se lo digan a los progatonistas de Fear the Walking Dead. En un sitio y otro tenemos monstruos, diferentes, pero monstruos al fin y al cabo.

6) Happy End. Uno de los puntos más criticados de la primera temporada fue su final. Si todavía no has visto ninguna de las dos temporadas puede que te encuentres en lo que viene con algún spoiler. Decepcionó un poco que tanto misterio para que el asesino fuera un señor que hasta ahora sólo había salido en una escena cuyo único sentido era demostrar que su identidad era la del menos esperado. La pareja de policías resuelve el caso y todos tan felices. En la segunda temporada, no tenemos un final tan feliz y nos deja con corazón en un puño. Mucho más acorde con el tono pesimista y nihilista que hemos ido viendo en todos los episodios.