La cuenta atrás ha comenzado. A lo largo de las tres próximas semanas se emitirán los últimos episodios de The Good Wife, con lo que despediremos a otro de los grandes clásicos de esta era dorada de las series de televisión. La CBS tenía sus dudas sobre si renovar o no para una octava temporada, que en todo caso se produciría sin sus creadores, Robert y Michelle King. Al final, la decisión ha sido acabar la historia, pero sin cerrarse la puerta a que en un futuro podamos contar con un spin off protagonizado por alguno de la extensa galería de personajes secundarios que han acompañado a su protagonista Alicia Florrick en sus peripecias en los juzgados y sus devaneos con la política.

La consecuencia final es que otro peso pesado de la ficción televisiva nos deja. Tras la intensidad dramática alcanzada en la quinta temporada, The Good Wife había empezado a perder fuelle. Poco a poco se dejaba la fórmula del caso de la semana para pasar a tramas que se prolongaban capítulo tras capítulo. La historia mantenía al espectador enganchado. Pero todo había cambiado tanto, que era imposible que las cosas volvieran a ser como antes y era hora de ir pensando en marcharse por todo lo alto, antes de perder el prestigio ganado y cansar a la audiencia .

Es una frase un poco manida, pero no por ello deja de ser cierta: ésta no es la típica serie de abogados. A través de sus episodios hemos podido ver una realidad muy marcada por la situación económica mundial. Tenemos los constantes problemas financieros que va atravesando el despacho de abogados Lockhart & Gardner desde el inicio de la serie. La sombra de los despidos ha estado en todo momento flotando en el aire y con constantes cambios de nombre en los rótulos de la puerta del bufete, que añade o quita apellidos con la misma facilidad que en cada temporada de Mad Men. También vemos ciudadanos atropellados casi cada día por diabólicas corporaciones, donde los abogados de la industria farmacéutica y de las aseguradoras médicas figuran entre los personajes más rastreros, e incluso vulneraciones sistemáticas del Gobierno de derechos en aras de la seguridad nacional. No hay que olvidar que algunos de los casos que se cuentan guardan similitudes nada casuales con otros casos reales. Las puñaladas traperas que se dan unos a otros en los entresijos del sistema judicial, muestran una democracia que no está tan sana como muchos creen y donde siempre gana el que tiene más dinero para pagar al mejor abogado.

Alicia Florrick es una superviviente nata. Al inicio de la serie, la veíamos como la devota esposa que permanece al lado de su marido, el fiscal Peter Florrick, cuando éste se ve involucrado en un escándalo de prostitución. Cuando su esposo entra en prisión, Alicia se ve obligada a dejar su papel de madre de familia y volver a la Abogacía para poder seguir manteniendo a sus hijos, a quienes intenta proteger de la repercusión mediática de los escándalos. Por el interés de su familia se ha visto obligada a tomar duras decisiones y hacer sacrificios. Sus dotes de abogada han quedado patentes desde el primer episodio. También cómo puede ser más feroz cuanto más herida está. Alicia puede ser de hielo, aunque a veces el sufrimiento la haga derrumbarse, pero siempre lo hará sin que nadie la vea. A lo largo de estos siete años, nuestra heroína ha accedido a seguir manteniendo la farsa de que sigue felizmente casada con su marido, cuando éste sale exonerado de todo y logra remontar su carrera política. ¿Alguina vez se ha dicho que su apellido de soltera es Cavanaugh? Yo nunca lo he oído en toda la serie. Tras dar muchas vueltas a cómo hubiera podido ser su vida en caso de haber tomado otras decisiones, Alicia ahora quiere ser feliz. La decisión de romper lazos con Peter Florrick antes de que la arrastre en su caída política ha sido la que ha disparado las alarmas y nos pone sobre la alerta de que esto es el final. Al principio parecía que ésta era una temporada más, con Alicia Florrick volviendo a empezar desde lo más bajo haciendo vistas como churros ante un juzgado de fianzas, tras su desencanto de la política. Ahora se empieza a ver la luz al final del túnel. ¿Conseguirá lo que busca? Agárrense a sus asientos, la cuenta atrás ha empezado.