“Vinyl” y “The Get Down” son dos de las más ambiciosas propuestas en el género musical para las series de televisión, pero se han convertido en productos gafados y hasta malditos para sus respectivas plataformas televisivas, HBO y Netflix. Ambas tienen en común el hecho de estar ambientadas en el mundo de la música en el New York de los años 70 y tienen detrás de ellas a prestigiosos cineastas, Martin Scorsese (Uno de los nuestros, Casino, El lobo de Wall Street) y Baz Luhrmann (Moulin Rouge, Australia). Si en “The Get Down” la película que arrasaba en los cines mientras transcurre la acción era Star Wars, en “Vinyl” el título de referencia en la cartelera “Garganta Profunda”, el clásico del porno. Esto da una buena idea de la diferencia de tono entre una y otra serie. Un festival de purpurina y música disco contra otro marcado por el exceso de drogas y alcohol. A pesar de la brillantez de ambas propuestas, no es oro todo lo que reluce.

“The Get Down” ha sido uno de los estrenos de este verano en Netflix, pero esta vez no se ha podido ofrecer la temporada completa. Sólo la mitad de los doce episodios están disponibles. El resto, no; por lo menos hasta algún momento indeterminado de 2017. El problema es que a Luhrmann se le ha ido la mano con el presupuesto hasta los más de 107 millones de dólares tras más de dos años de rodaje y es una de las series más caras de la cadena. Por eso Netflix necesita que sea un éxito para rentabilizar mínimamente el dineral que les ha costado. En cuanto a “Vinyl”, era una de las series estrella de la HBO para este año. Tras la emisión de su episodio piloto se apresuraron a anunciar triunfalmente su renovación para una segunda temporada. Pero las cifras de audiencia no acompañaron el resto del año y el final de la primera temporada se saldó con la salida de la serie de Terence Winter, uno de sus principales mentores, por diferencias creativas. A las pocas semanas se anunció que la cadena optaba por cancelar “Vinyl” y no hacer la segunda temporada.

El principal problema que le veo a ambas series es que cuentan con un episodio piloto tan bueno que hace casi innecesario que sigas viendo el resto. Noventa minutos el de The Get Down con Baz Luhrmann detrás de las cámaras; y casi dos horas el de Vinyl con la dirección de Scorsese. Casi nada. Después de verlos, uno tiene la sensación de que los directores que vienen detrás poco o nada van a poder añadir a lo que ya dijeron los maestros.

The Get Down nos traslada al Bronx de Nueva York en 1977 para contarnos la historia de dos jóvenes enamorados que pretenden huir de ese ambiente y sueñan con triunfar en el mundo de la música. El Bronx no era el mejor sitio para vivir, asolado por el paro, las drogas, las bandas callejeras y hasta la especulación urbanística. Ella, Mylene, es la hija de un pastor que aspira a seguir los pasos de Donna Summer, la reina de la música disco; él, Zeke, joven huérfano especialmente dotado para las rimas, descubre su talento para el entonces incipiente género del hip-hop. La serie toma la base de otras películas de Luhrmann, como Romeo y Julieta o Moulin Rouge, y añade a la mezcla otros ingredientes explosivos como Fiebre del Sábado Noche, el cine de artes marciales, un poco de Tarantino y algo de la estética de The Warriors. Con Luhrmann a menudo me pasa que no sé muy bien si se trata de un genio o se está cachondeando en mi cara (por ejemplo en los quince primeros minutos de Moulin Rouge). Aquí también abunda el gusto por lo exagerado y por caricaturizar a los malos de la historia. Con colores recargados, pelos a lo afro, festival de purpurina y ritmos bailables, asistimos a un moderno cuento de hadas, de un grupo de jóvenes que usaba una forma de expresión artística para tratar de olvidarse de la miseria que les rodeaba. La segunda tanda de episodios llegará el año que viene, por lo que aún es pronto para saber si se trata de una historia cerrada. Aunque Lurhmann sólo dirigió el episodio piloto, en el que pretendía dejar establecido el tono y las líneas maestras de la serie, no pudo llegar a desentenderse de la producción, aunque los otros cinco episodios cuentan con otros directores. Primero porque Netflix no estaba muy por la labor; y segundo porque al no encontrar a un showrunner de su gusto ha tenido que estar muy por encima de todo el proceso del rodaje. A pesar de su accidentado proceso de producción, ya tenemos ahí la primera parte de este West Side Story rococó como un monumento al exceso y que le hacen una obra singular.

Por su parte, Vinyl no se limita a un solo género musical, ya que es un repaso exhaustivo de todo lo que se tocaba en 1973. El protagonista es Richie Finestra (Bobby Cannavale), el máximo responsable de una empresa discográfica, que durante una noche de exceso tiene la epifanía de embarcarse en una cruzada por encontrar los ritmos que marquen el futuro de la industria del rock. Los personajes reales se entremezclan con los de ficción y el pretexto de buscar el ritmo perfecto nos permite asistir a momentos clave de la época. Las leyendas interactúan con las jóvenes promesas. Entre estos momentos históricos que sirven como telón de fondo a la historia, tenemos el derrumbe del Mercer Arts Center, la decadencia de Elvis Presley en Las Vegas, el concierto de Led Zeppelin en el Madison Square Garden, cómo David Bowie decidió matar a Ziggy Stardust, los primeros pasos de Alice Cooper o la vida de John Lennon en Nueva York. Uno de los jóvenes grupos que Finestra plantea lanzar al estrellato, The Nasty Bits, es la semilla de lo que años más tarde se conocería como el punk rock. Me resulta curioso no haber encontrado ninguna referencia a los Rolling Stones en los diez episodios, teniendo en cuenta que Mick Jagger es uno de los productores. Debe ser que con haber metido a su hijo en el reparto, James Jagger como líder de los Nasty Bris, se dio por satisfecho. Nueva York era un hervidero de nuevas ideas en aquella época que reposa sobre las cenizas de Woodstock y el estallido del Watergate y no se dejan ningún género en el tintero. Escuchamos a unos primerizos Abba como la sorpresa que viene del norte de Europa, asistimos a conciertos de Bob Marley, Bruce Springsteen está empezando y tenemos hasta momentos para la música latina, el funky y el blues. A pesar de su inesperada cancelación, al menos Vinyl ha podido dejar cerrada su historia, sin dejar esos molestos cliff hangers cliff hangersque se quedan sin respuesta. La serie aún no se ha estrenado en España, probablemente llegue a final de año. ¿Quién sabe sino será uno de los productos estrella con los que HBO pretende desembarcar en nuestro país con servicios de series en streaming?

Poniendo en la balanza a una y otra serie, diré que Vinyl es mucho mejor que The Get Down, pero la segunda llegará a más público y gustará más. Al fin y al cabo, The Get Down es el subidón y Vinyl, la resaca.