Las chicas de Girls se han ido para siempre de la HBO. Poco a poco nos hemos ido despidiendo de Hannah, de Jessa, de Marnie y de Soshanna cuyos intentos de abrirse camino en el Nueva York de nuestros días nos han ido entreteniendo, divirtiendo, indignando y conmoviendo a lo largo de un viaje que ha durado seis años. Los dos últimos episodios de la serie hace unas semanas que se emitieron en casi todo el mundo, aunque en España aquellos que no son devotos de la versión original han estado esperando a que se arreglara lo de la huelga de doblaje para poder verlos. Ahora que parece que se ha encontrado una salida al conflicto y que, en breve, se emitirá lo que aún queda pendiente, es buen momento para hablar del final de Girls. Era difícil cerrar una serie que no hablaba de nada en concreto, por lo que la única manera en la que podía marcharse era del modo en que lo ha hecho. Cerrando un ciclo y quedando tan abierta como la vida misma. A lo largo de la sexta y última temporada, la pandilla se ha ido separando mientras llegaban a ese momento vital de cumplir los treinta años y darse cuenta de que la juventud se está quedando atrás. La historia podría continuar de mil maneras en un futuro, pero ya no sería ni Girls, ni la Hannah Horvath que conocimos al principio.

Cuando hace seis años Lena Dunham se presentó en la HBO pretendiendo ser la voz de su generación, posiblemente más de uno pensó que se pasaba de frenada. Pero realmente lo ha conseguido. Con tan sólo 24 años, Lena Dunham aceptó el reto de la cadena para poner en marcha una serie en la que pretendía hablar de las cosas que le interesaba a la gente de su edad. Guste o no, Girls ha pasado a ser una serie icónica para una generación, como antes lo fue Friends o Sexo en Nueva York. Aunque su audiencia ha sido más limitada, la huella que ha dejado ha sido grande. Incluso hay quienes la seguían para detestarla y rajar de ella través de Twitter. Ya hay series que aspiran a cubrir el hueco que hoy deja e intentar ser la sucesora de Girls. Por ejemplo, Love siempre me ha parecido la respuesta de Netflix a la Girls de HBO. No en vano, su productor Judd Apatow es también uno de los creadores de la serie de HBO.

Lenna Dunham no sólo ha sido la protagonista, sino también guionista, productora y directora de la serie. Viendo muchos de los episodios sospechamos que gran parte de lo que se nos presenta como ficción, puede ser más autobiográfico y una excusa para que Lena hable de las cosas le interesan. Su personaje en la serie es una escritora que trata de ganarse la vida intentando ser la voz de su generación, o al menos de una parte de ella. Parece como si bebiera del Woody Allen más clásico. Ya podría haber echado un vistazo Allen a Girls antes de embarcarse en su fallida serie para Amazon Crisis in six Scenes. Tintes autobiográficos hay muchos, ya que la realidad sirve de inspiración vital a los escritores. El personaje del inestable Adam (Adam Driver que se enfrenta ahora a una prometedora carrera cinematográfica si Kylo Ren se lo permite) está inspirado en una antigua relación de Lena. Cualquier día nos enteraremos que su padre en la vida real ha salido del armario. Pero no estamos ante un producto sólo para la exhibición personal de Lena Dunham (y mira que le ha gustado mostrar su imperfecto cuerpo a lo largo de toda la serie). Su punto de vista no es el de cualquier niñato de la generación del selfie. Puede que Lena tenga unas cuantas dosis de narcisismo, pero tiene cosas de interés que decir. “La zorra de América” ha sido el episodio que más ha dado que hablar esta temporada, donde Dunham nos ha mostrado cómo determinadas celebridades practican el acoso sexual desde una posición de poder que les permitirá llevarse al catre a incautas jovencitas. Todo ello precedido además por la polémica por el Oscar a Cassey Affleck y el desplante que le hizo Brie Larson al entregárselo tras las denuncias por acoso sexual contra el actor.

Pocos temas espinosos ha dejado sin tratar a lo largo de estos seis años. Desde el aborto, a salidas del armario, las drogas, el sexo, el maltrato, la dependencia emocional, la muerte… Puede que este grupo de cuatro amigas nos haya sacado de quicio en alguna que otra ocasión. Pero es que Girls jamás había intentado dar una imagen idealizada de la amistad, ni de las relaciones. Las cosas son como son y a veces no hay más que remedio que aceptarlas con sus imperfecciones. Los amigos a veces se pelean y hay ocasiones en las que esa amistad se rompe para siempre sin posibilidad de arreglar las cosas. ¿O tal vez sí, Jessa? Las chicas de Girls han podido ser caprichosas, en ocasiones con tendencias autodestructivas, pero ante todo humanas y reales. Personas de carne y hueso, aunque con problemas del primer mundo. No hay que olvidar que se tratan de chicas blancas, clase media y una posición social más o menos acomodada, aunque no vivan en la opulencia por aquello de la crisis económica. Así, Girls se ha convertido en una obra imprescindible para entender esta década del siglo XXI y a la llamada generación millennial.

A lo largo de esos seis años, son muchos los actores que no se han resistido a tener su propio cameo en la serie. Esta temporada era hemos tenido a Matthew Rhys (The Americans) en el ya comentado "La zorra de América", pero también han pasado por el plató otras temporadas Patrick Wilson (Fargo), Zachary Quinto (Star Trek, Heroes, American Horror Story), Patti Lupone interpretándose a sí misma, el humorista Marc Maron, Ben Mendelson (BloodLine, Star Wars Rogue One), etcétera. Y por no hablar de la gran banda sonora, que puede llenar varias listas del Spotify.

En el último episodio vemos al personaje de Hannah viendo a las gemelas Olsen en un viejo episodio de Padres Forzosos por televisión. Su inevitable pregunta es si las dos hermanas hubieran logrado todo el emporio que hoy tienen si nunca hubieran aparecido en aquella serie. En realidad, lo que la autora de la serie se pregunta es si su legado será como el da las hermanas Olsen. ¿Será Girls su gran obra o hay nuevos retos para ella a partir de ahora? Mucho ha evolucionado Hannah desde el inicio de la serie. Tras haber comenzado como la eterna aspirante a escritora a quien sus padres un día le dicen que no van a seguir sufragando sus gastos, Hannah Horvath termina aceptando sus responsabilidades y a iniciar una etapa de su vida más madura. Para aquellos que no hayan visto aún la última temporada viene el consabido aviso de spoiler.

La llegada de la madurez se produce en ese momento en Hannah acaba siendo madre. En el último episodio se enfrenta al dilema entre asumir sus responsabilidades de la maternidad o seguir viviendo en una eterna juventud. La decisión llega en el momento en que, mientras se enfrenta a una de sus conocidas crisis vitales, se encuentra a una joven adolescente corriendo gritando aterrada por la calle sin pantalones, ni zapatos y, cuando intenta ayudarla, se encuentra con un reflejo de cómo era ella al principio de la serie. Y no le gusta lo que ve. Más bien, la irrita. Un ciclo termina y otro empieza. Hannah acepta su nuevo papel de madre, con un trabajo estable en un pequeño pueblo alejada de quienes han sido sus amigas hasta que la vida les ha llevado por caminos distintos. Sólo Marnie parece ser su acompañante en esta nueva etapa vital. Las cosas con Jessa quedaron rotas hace mucho tiempo, aunque es posible que algún día se produzca la reconciliación. Mientras que la que fue la virginal Soshanna ha decidido que sus amigas son un estorbo para ella y su carrera profesional, así que decide soltar lastre. Puede que algunos esperaran otra cosa, pero era la conclusión lógica al camino que habían iniciado.