Apenas por nueve días de diferencia, el final de The Big Bang Theory no se emitió en el Día del Orgullo Friki que celebramos el pasado lunes. Y además su despedida quedó más silenciada de lo que merecía por el griterío de indignaditos ante el desenlace de Juego de Tronos. Hace un año que Sheldon, Leonard, Penny y compañía salieron de nuestras vidas. Tras doce temporadas y 232 episodios emitidos, la célebre telecomedia bajó el telón el 16 de mayo del año pasado. Igualó a Friends en ser una de esas series en las que sus intérpretes principales consiguieron cobrar la astronómica cifra de un millón de dólares por episodio. Pero eso sí, a pesar de haber durado dos años más en antena, tuvo menos capítulos que la serie de los chicos de Central Perk que llegó a los 236. Las temporadas eran más largas entonces.

Mientras muchos fans se rasgaban las vestiduras en las redes por el giro al lado oscuro de Daenerys (Emilia Clarke), Sheldon y sus amigos se despedían haciendo mucho menos ruido y con un final mucho menos polémico. El último episodio de Juego de tronos obtuvo una audiencia 19,3 millones de espectadores, mientras que el de The Big Bang Theory logró 18 millones de televidentes. Con la diferencia de que el primero se ofrecía para suscriptores y la telecomedia se emitía en abierto. Pero puede presumir de que haberse ido por todo lo alto, porque sus seguidores fueron en aumento con los años, ya que la serie empezó con una audiencia de ocho millones y llegó a superar los veinte millones en su novena temporada. Para quienes les gusten las comparaciones, el final de Friends el 6 de mayo de 2004 tuvo una audiencia de 52,5 millones de espectadores. Nada que ver, ¿cierto? Fue uno de esos récords imbatibles en la historia de la televisión. También es verdad que entonces la oferta no era la misma que ahora. Por cierto, en estos días se cumplen también diez años de otro final tan emblemático como polémico. El de Lost. La cifra de espectadores del episodio final fue de 13,5 millones, aunque ése es el dato de Estados Unidos y se obvió que el capítulo se ofreció de manera simultánea en varios puntos del planeta.

Como entre los finales de Juego de Tronos de The Big Bang Theory hubo pocos días de diferencia, nos ahorramos encendidos debates de sus protagonistas entre los detractores y los entusiastas del desenlace. ¿De qué lado estaría Sheldon? Decíamos que el final de su serie fue mucho menos polémico. La telecomedia de Chuck Lorre no solía jugar la baza del "continuará". Sólo en sus temporadas finales había tramas de larga duración y que no abarcaban un solo episodio. Pero la serie no vendía eso. Semana a semana nos sentábamos en el televisor para ver qué nueva excentricidad se les había ocurrido o cuál era la última manía de Sheldon. No hacía falta dar a la serie un final cerrado. Aunque la trama del capítulo bien podía considerarse un final, en la última escena veíamos a todos los protagonistas sentados en el sofá en el que tan buenos momentos compartieron dando cuenta de una de esas cenas para llevar que se traían a casa cada vez que iban a celebrar alguna de sus "noches locas" en las que discutían si Lobezno podía ganar a Superman, cómo sería un combate de espadas láser entre Darth Vader y Spock o si era mejor jugar a videojuegos en consolas que en PC. No hubo despedidas, ni separaciones, aunque algún embarazo quedaba por ahí que haría crecer la familia. La sintonía de "Story of Everything" de Barenaked Ladies sonaba por última vez. Un tema que ha conseguido ser tan icónico en la comedia televisiva como el "I'll be there for you" de The Rembrandts.

Fue Jim Parsons el que determinó que ya no habría más episodios de The Big Bang Theory y paradójicamente es el único que se mantiene vinculado a ella, porque sigue haciendo las introducciones de El joven Sheldon (que ya va camino de su cuarta temporada). Era curioso ver como las últimas temporadas de la serie hicieron verdaderos ejercicios de funambulismo de retrocontinuidad. Tras diez años en antena aparecían personajes nuevos que se supone que eran amigos importantes de la infancia de Sheldon. Sólo desde la distancia emocional de Sheldon se podía explicar que no hubiéramos sabido nada de ellos hasta entonces. Así de paso se justificaba su papel protagonista en la serie que narraba los años de su infancia. De todo el reparto de The Big Bang Theory, Parsons es el que más se ha prodigado estos meses y ha estado buscando papeles que le ayuden a marcar distancia con el que lo llevó al estrellato. Recientemente le hemos visto como el agente de Rock Hudson en ese Hollywood ucrónico imaginado por Ryan Murphy. A Kaley Cuoco la veremos este año protagonizando un thriller de suspense, The Flight Attendam, para la futura plataforma HBO Max. Mientras que John Galecki no se ha prodigado demasiado desde entonces. ¿Y si resulta ser el hijo secreto de Dianne Lockhart (Christine Baransky) en The Good Fight?

Los chicos de The Big Bang Theory nacieron como una némesis de los personajes de Friends. No eran tan guapos, ni tan simpáticos como ellos. Es más, eran totalmente antisociales y la dificultad para desenvolverse fuera de su particular mundo era el eje de muchos gags de la serie. Especialmente torpes a la hora de tratar con el sexo femenino. Por los platós de ambas series, pasó todo un plantel de secundarios de lujo. No era lo único que tenían en común. A Ross (David Schwimmer) le ponía tanto Star Wars como a cualquiera de los miembros del reparto de The Big Bang Theory. También estaban las canciones de gatitos. Mientras Phoebe (Lisa Kudrow) arrasaba con Smelly Cat, Kaley Cuoco conseguía uno de los momentos más desternillantes de la serie cuando tuvo que cantar Soft Kitty a Sheldon.

Los personajes de The Big Bang Theory consiguieron madurar y acercarse más al común de los mortales. Cada vez, la serie había dejado de tratar de los hobbies y el frikismo de sus protagonistas, para ir centrándose más en sus problemas de pareja. Hasta Sheldon demostró que podía tener sentimientos. Nada fue lo mismo desde que se marchó a vivir con Amy Farrah Fowler (Mayim Bialik). De las obsesiones y manías de Sheldon se pasó a sus crisis maritales. Aunque también las de los demás miembros del reparto. No es que tuvieran problemas porque se fueran de juerga con los amigotes. Esas escapadas eran para un maratón de películas o de series, una visita a la Comic-Con de San Diego o hacer colas para la adquisión del último videojuego.

Tras doce años con nosotros, dejamos a verlos a todos como frikis. Consiguieron que el frikismo pasara a ser parte de la nueva normalidad. Al fin y al cabo, eso de que haya alguien a quien le guste Star Wars, se divierta con los superhéroes y pase horas con un videojuego ha dejado de ser una rareza. Raro empieza a ser aquel que no lo hace. Ya sólo faltaría que, como Sheldon, fuéramos desinfectando todos los lugares donde vayamos a sentarnos. Ups, espera. Quizá no falta tanto para que todos seamos Sheldon.