Cuenta la leyenda que en alguna parte del desierto de Nuevo México hace más de treinta años, como si fuera un ajuste de cuentas de Breaking Bad, se enterraron contenedores con miles de cartuchos de unos de los mayores fracasos en la industria del videojuego. Se trataba de la adaptación a la consola de Atari de E. T., la mítica película de Steven Spielberg, y que ha pasado a la historia como el peor juego de todos los tiempos. Sea la crítica merecida o no, simbolizó el desmoronamiento de una industria en Estados Unidos, colocando a Japón a la cabeza del sector. La serie documental High Score de Netflix recoge ésta y otras historias sobre el nacimiento de los videojuegos. Un repaso a los primeros títulos, entrevistas con los pioneros de la época y recreaciones animadas al modo de gráficos de una consola de 16 bits para contar anécdotas y hechos clave de aquellos días. Del Space Invaders al Doom, haciendo alguna parada retroactiva con el Pong, el primer videojuego de la historia. La serie se queda corta y deja muchas historias por contar, aunque no sabemos si la idea inicial era hacer una miniserie o producir nuevas temporadas en el futuro en función de cuáles sean los resultados de la audiencia.

De la revolución que supuso en la industria del entretenimiento los salones de máquinas recreativas, donde pasaban horas encerrados los protagonistas de Stranger Things, a la introducción de sus juegos en los hogares. Algunos de los títulos que se crearon durante aquellos años primeros años se siguen disfrutando por parte de aficionados para quienes el tiempo no ha pasado y se entretienen igual con ellos que al principio. Pero también gozan de nuevas entregas en franquicias más que rentables. Ahí están las sagas de Super Mario Bros o The Legend of Zelda para acreditarlo. High Score cuenta con la voz de Charles Martinet como narrador, nombre que quizá a muchos no les diga nada hasta que se les aclare que es el encargado de doblar a Mario en los populares juegos de Nintendo. A través de episodios de entre 40 y 50 minutos, asistimos a algunos de los grandes hitos de la industria del videojuego.

Algunas de esas historias serán de sobra conocidas para el aficionado experto, otras puede que no tanto. Entre ellas se encuentra la escasez de monedas de 100 yenes que sufrió Japón a finales de los setenta debido al gran número de personas que pasaba horas y horas ante la máquina recreativa Space Invaders matando marcianitos. O la demanda multimillonaria que los estudios Universal pusieron a Nintendo por violación de los derechos de autor por la película King Kong ante el enorme éxito de la recreativa Donkey Kong. Juego que fue el debut de Mario, la mascota del gigante japonés del entretenimiento. Cómo el popular Pac-Man se le ocurrió a su creador al arrancar una porción de pizza, mientras trataba de idear un juego que atrajera también a las mujeres a los salones recreativos. Por cierto que Mrs. PacMan fue también la primera protagonista femenina de un videojuego, en una versión no oficial del título original. La guerra sin cuartel entre Sega y Nintendo. Siempre ha habido una lucha a muerte entre dos grandes marcas pero eso no ha sido problema para Sheldon Cooper (Jim Parsons) en The Big Bang Theory que se queda con todo. A él le va tanto Star Wars como Star Trek y no quiere que le planteen elecciones imposibles. Para los episodios finales se reservan el debate sobre la violencia en los videojuegos y que en su día los nuevos censores personificaron en el Street Fighter II y el Mortal Kombat. La serie documental acaba con el boom que supuso el lanzamiento del Doom en los primeros años en que Internet empezaba a llegar a todos los hogares y la irrupción de los gráficos en 3D. El Doom vino a dejar el mensaje de que los videojuegos no eran cosa de niños.

Se nota que la serie quería centrarse en unos años muy concretos. Pero deja tantas cosas en el tintero que pone los dientes largos al espectador. La llegada de la Play Station ni se menciona, así como tampoco el boom de los Pokémon, unas ausencias que deja claramente cojas cualquier intento de aproximarse a hacer una historia sobre esta industria con un mínimo de rigor. En los años del periodo analizado hay otras grandes ausencias como el boom de los primeros ordenadores personales, donde Commodore y Spectrum se lanzaron a la comercialización masiva de videojuegos. La Game Boy apenas se insinúa para alguna referencia al lanzamiento del Tetris. Juego del que, por cierto, tampoco se dice nada de sus creadores en la antigua URSS. Se echa en falta también alguna entrevista con mayor profundidad a Shigueru Miyamoto, la leyenda que colocó a Nintendo a la cabeza del entretenimiento digital. Hay quien compara su paso por la industria del videojuego como lo que hicieron los Beatles por la música pop en los sesenta. Al menos en el documental nos podemos conformar con algún material de archivo de entrevistas a Miyamoto como premio de consolación. Debe ser que no estaba disponible, como sí lo estaban otros creadores del mundillo. Una gente que podía vivir perfectamente como los protagonistas de Sillicon Valley.

La serie documental va en la misma línea de otras títulos del género de Netflix dedicados a explorar los hitos de la cultura pop de las últimas décadas, como The Toys that made us o The movies that made us. La primera dedicada a bucear entre los juguetes más populares de la década de los 80 y los 90 como las muñecos de Star Wars, la Barbie como icono, o las construcciones de Lego. En cambio, Movies that made us hace lo propio con películas de cine con blockbusters que se convirtieron en icónicos para toda una generación de espectadores, entre las que se encuentran la saga Jungla de Cristal o Solo en Casa.

P. D.: Al final los cartuchos de E.T. de Atari enterrados en el desierto fueron localizados. Hace la friolera cifra de seis años, el guionista Zack Penn (escritor de Ready Player One y que cuenta con un Delorean como medio de transporte) se embarcó en una aventura para encontrar el vertedero en Álamo Gordo para una serie de documentales sobre los hitos de la historia del videojuego dirigidos a los usuarios de la XBox. Los detalles de la hazaña están en el documental Atari: Game Over.