Han pasado ya casi tres décadas desde el robo del vídeo sexual de Pamela Anderson y Tommy Lee, un tiempo más que suficiente para estudiar estos hechos con la perspectiva que da la distancia y aprender de los errores del pasado. La miniserie Pam & Tom, que ya está completa en la plataforma Disney Plus, repasa este episodio anclado en los primeros tiempos de Internet y todo lo que rodeó al que posiblemente fue el primer vídeo viral de la Historia. Internet todavía no era la red de comunicación masiva que es hoy en día y, ya entonces, amparados en el anonimato se podían hacer todo tipo de tropelías. La serie ya se ha alzado como una de las más potentes de estos primeros meses del año. Llama mucho la atención que sea una plataforma vinculada al público familiar, como es Disney, la que nos haya traído la historia de este vídeo sexual. Sobre todo, cuando llegamos en el segundo episodio a la escena de Tommy Lee hablando con su pene y éste respondiendo como si fuera una marioneta. Bajo el paraguas de Star, la gran D nos está ofreciendo historias que no necesariamente están dirigidas a un público infantil y con tanta calidad como el contenido que nos podemos encontrar en el resto de las plataformas.

El director de la serie es Craig Gillispie, el mismo que en 2017 realizó Yo, Tonya, una película que revisaba otro suceso de los 90 donde la brillante carrera de una campeona de patinaje sobre hielo, Tonya Harding, se veía acabada después de que unos matones rompieran a martillazos las rodillas de su principal competidora y ella fuera señalada como la instigadora. La carrera de Pamela Anderson también se truncó por la filtración de las imágenes. Pese a ser la víctima, se le cerraron muchas puertas. Y encima que tenía que competir contra el hecho de que los productores de su serie estaban más interesados en filmarla correteando en bikini rojo que en sus dotes interpretativas. Sueños rotos por la violación de su intimidad con la que se truncó su aspiración a poder ser una nueva Jane Fonda. Como en "Yo, Tonya", en Pam & Tommy se mantiene también ese tono que combina la comedia con el drama, aderezado con una galería de perdedores que parecen salidos de una película de los hermanos Coen o de la serie Fargo. Seth Rogen y Nick Offerman encarnan a las personas que estuvieron detrás de la comercialización del vídeo, y con el que no se hicieron millonarios precisamente. La ficción recupera también a Taylor Schilling, que estaba desaparecida de la faz de la tierra desde el final de Orange is the New Black, interpretando aquí a una actriz porno. Pero los grandes protagonistas de la serie son Lily James y Sebastian Stan, que se transforman literalmente en Pamela Anderson y en Tommy Lee. Realmente parecen ellos.

La miniserie repasa los momentos clave de su tormentosa relación. Cómo se conocieron en una fiesta de Nochevieja para acabar casados a los pocos días, el momento en que tuvieron la desafortunada idea de grabarse en la cama, la disputa con el carpintero que desencadenó el robo de la cinta y cómo la grabación empezó a correr sin que los perjudicados si quiera se hubieran dado cuenta de su desaparición. Uno de los aspectos más criticados del final es que pase muy de puntillas por los episodios de malos tratos que sufrió Pamela Anderson. De acuerdo, en que sí que se presenta a Tommy Lee como un maltratador de libro y que se deja claro la clase de relación tóxica que ambos mantuvieron. A lo largo de toda la serie, siempre surge la pregunta de qué hace ella con él, cuando no tienen nada en común y el carácter pendenciero del batería de los Mötley Crüe es un lastre para todos los proyectos de la estrella televisiva. Pero los episodios de violencia machista quedan como muy desdibujados.

Dicen que la auténtica Pamela Anderson ha dicho que jamás piensa ver esta serie y no le ha hecho mucha gracia su estreno. La actriz ya trabaja en su propia versión de los hechos y prepara con Netflix un reportaje true crime, en el que dará su punto de vista. La fuente para la ficción de Disney no es la pareja implicada, sino que se inspira en el artículo de la revista Rolling Stone donde se contaba la historia que había detrás de la filtración del vídeo. Aunque en algunos momentos la serie convierte a las dos estrellas en una caricatura de sí mismas, sí que busca rehabilitar a la figura de Pamela y denunciar la injusticia que sufrió por culpa de los prejuicios machistas de la época. La carrera de Tommy Lee ya estaba en declive, pero la de Anderson empezaba a despuntar. Pudo hasta haber sido la protagonista de L. A. Confidential, la película con la que Kim Basinger logró un Oscar en 1997. O al menos aspiraba a lograr el papel. Pero también la historia deja claro que no se juzgó a ambos de la misma manera. A ella se la veía como a una fulana, mientras que con él muchas de las respuestas eran de admiración por el tamaño de su miembro viril.

Sobre el contenido de la miniserie, no hay que darle más vueltas y la moraleja es muy clara. Una cinta sexual con imágenes muy íntimas de los perjudicados fue robada del interior de la caja fuerte de su domicilio particular. Y cuando fueron a pedir el respaldo de la Justicia, los tribunales les dieron la espalda. Eran personajes públicos y la difusión de esas imágenes estaban amparadas por la libertad de expresión. Según la serie, ésta fue la bochornosa respuesta de la Justicia que recibió Pamela Anderson cuando intentó impedir que Penthouse reprodujera los fotogramas de la grabación. Parece ser que para los abogados de la revista, el hecho de que Pamela Anderson hubiera posado antes para Playboy o exhibiera su cuerpo en Los Vigilantes de la Playa, les daba a ellos carta blanca para usar unas imágenes que fueron obtenidas de manera ilícita. Pero la publicación también contribuía a dar más publicidad a la cinta y crear una bolsa de compradores potenciales de las imágenes prohibidas. El anonimato que daba la red por aquel entonces permitió que miles de copias de la cinta se distribuyeran en pocos meses. No a la velocidad a la que técnicamente podría haberse hecho hoy en día, pero mucho más rápido a lo que estábamos acostumbrados hasta entonces. Quiero pensar que hoy hubiera sido más difícil que se pudiera distribuir la cinta. Justo por aquellos mismos años, en España el director de un diario nacional, Pedro J. Ramírez, sí pudo impedir el programa especial sobre el vídeo sexual en que aparecía y que preparaba Pepe Navarro. Un momento que pudimos revisitar en La Veneno.

Lo más paradójico de todo es que finalmente, la única salida que se le plantea a Pamela es la de vender los derechos de la grabación a una empresa que sí que podrá ejercitar sus derechos de autor para perseguir las copias pirata. Parece que así pudo poner coto de alguna manera a la pesadilla. Son las marcianadas del mercado.