Puede que pecáramos de ingenuos, pero hasta hace poco nunca pensamos que llegaría este momento. Se ha hecho evidente que las plataformas televisivas on line pueden ser tan implacables a la hora de cancelar una serie como cualquiera de las cadenas convencionales. Parecen lejanos los tiempos en que producciones de Netflix o de HBO tenían una estabilidad garantizada y que, a diferencia de lo que pasaba en la competencia, no nos iban a dejar sin su final de la noche a la mañana por un pinchazo en las audiencias de la semana. Los algoritmos garantizaban que ese título iba a encontrar su nicho de mercado. Hoy esto ya no es así.

En un año de crisis económica, los ejecutivos de estas grandes plataformas han dictado su diagnóstico: o se ponen el cinturón o la burbuja estallará. Por este motivo, el mundo de las series está viviendo unos días muy negros, donde cualquier cosa es posible y ya nadie parece estar a salvo. Y eso que hoy se ve más streaming que nunca. Se nos había olvidado que el objetivo último de estas plataformas es el de ganar dinero y no el de preservar las series que nos gustan, aunque ése sea su negocio. Así que, si un producto no es rentable, pues ya sabemos lo que va a pasar con él.

El último título en sucumbir a esta política de cancelaciones ha sido 1899, una producción alemana de Netflix, que ha sido fulminada de la noche a la mañana. Lo preocupante es que que hasta la fecha no se había deslizado indicio alguno de que hubiera sido un fracaso de audiencia. De hecho, desde la plataforma se había vendido como un título de éxito, así que su cancelación ha sorprendido a traición a más de uno. 1899 es una serie de los creadores de Dark, título que contó en su día con una legión de seguidores muy fieles. Y también muy activa en redes contra aquellos que osen ponerla algún pero. Así que, al ver lo que ha hecho Netflix con la que aspiraba a ser su nueva serie de culto, en seguida han surgido los gritos de furia y de ira, aderezadas con llamadas al boicot.

La primera temporada de 1899 nos ha dejado además una buena ración de cabos sueltos que debían ir solucionándose en entregas posteriores y que parece que se van a quedar sin contar. Siempre podemos tener la esperanza de que hagan algo como ya hicieron con Sense 8, que es el producir una película en la que poder dar cierre a la historia. Pero ya no estamos en esos tiempos. La guerra del streaming empieza a mostrar su peor cara.

1899 coincidió en fecha de estreno con la llegada a Netflix de Miércoles, el último gran pelotazo de la plataforma avalada con la firma de Tim Burton. Me resisto a creer que la diferencia de audiencias entre una y otra serie haya podido ser el motivo para este repentino final. Pero, ¿y si fuera así? ¿Va a tener que competir Netflix contra sí misma? Parece que la razón de fondo de la cancelación es que la serie era demasiado cara para los resultados obtenidos. ¿No había posibilidad de que en las siguientes semanas las audiencias remontaran? ¿La continuidad de una serie va a tener que estar ligada a las cifras de audiencia de un fin de semana en concreto? Si había un público potencial en ver un poco más adelante esta serie, me parece que con esta repentina cancelación pocas ganas le quedan para ponerse a ello. Nadie quiere series sin final.

Cuando empezó la aventura del streaming, uno de sus puntos fuertes era precisamente que ya no se dependía de las audiencias masivas. Lo triste es que la prematura muerte de 1899 no ha sido algo que nos pille de nuevas. Otras series que no pueden ser consideradas fracaso y que contaban con una críticas más que aceptables han corrido parecida suerte. Hay veces en que determinadas cancelaciones no pillan a nadie de sorpresa. ¿Alguien apostaba algo a que Blockbuster iba a continuar? El pinchazo de esta telecomedia centrada en el último videoclub del planeta de la antaño gran cadena de alquiler de películas estaba cantado. Pero otras veces, no estaba tan claro. Y esas (como denominan algunos blogs) series de las que nadie habla se han convertido en el blanco perfecto de la cacería.

Ocurrió el año pasado con Archivo 81, una producción de terror salida de la factoría de James Wan, fue fulminada pese a dejar su primera temporada con un cliffhanger. Pero también pasó con Mindhunter, la genial serie de David Fincher sobre una unidad dedicada a la investigación y elaboración de perfiles de asesinos en serie en el FBI de los Estados Unidos y cuya tercera temporada se quedó en el limbo sin que nadie supiera por qué. O también con GLOW, ese título centrada en un espectáculo de lucha libre femenino que era una joya oculta dentro del catálogo de la plataforma. Ambas fueron fulminadas con el pretexto de la pandemia y el elevado coste de los rodajes.

Ya no hay un criterio claro. Cómo estará el panorama que incluso hubo quién vio negros nubarrones en el horizonte al comprobar que Netflix tardaba en anunciar la segunda temporada de Sandman, pese a que había sido un éxito sin precedentes. Como los derechos del cómic pertenecen a DC, editorial en manos de Warner, la misma empresa que tiene patas arriba ahora mismo a toda HBO, pues todo era posible. Esta misma semana, en algunas webs incluso se había deslizado el rumor de que Netflix podría perder Miércoles y que la familia Addams al completo se mudaba a Amazon. Los titulares olían a cazadores del click facilón, pero este viernes Netflix tuvo que salir anunciando que sí. Que Miércoles tendría una segunda temporada. Muy revuelto debe estar el patio para que hayan tenido que dar este golpe sobre la mesa y aclarar algo que pocos dudaban. Jenna Ortega ya puede bailar a gusto.

Las cosas no están mejor en la competencia. En HBO, ya no es que se cancelen series. Es que de repente títulos de producción propia han desaparecido de su catálogo. Puede entenderse que los derechos caduquen en aquellos series que son de otras cadenas, pero no para productos de la casa. Ha pasado con Westworld, la serie que en su día estaba llamada a ser la sucesora de Juego de Tronos. El parque temático de androides sublevados contra los humanos ha vivido su propia boda roja. Primero al ser cancelada su temporada final, a pesar de que los sueldos de los protagonistas para una hipotética quinta entrega ya estaban pagados. La segunda puñalada trapera ha llegado con la súbita desaparición de las cuatro temporadas del catálogo con el propósito de venderlas al mejor postor. El hecho de que la relación de los ejecutivos de la plataforma con Jonathan Nolan y Lisa Joy no pase por sus mejores momentos, puede que tampoco haya ayudado a que Westworld se quede.

Otro tanto ha ocurrido con Minx, que contaba en tono de comedia los avatares de una editorial para publicar porno dirigido al público femenino en la década de los 70 en Estados Unidos. La serie fue cancelada el mes pasado cuando prácticamente estaba terminando el rodaje de la segunda temporada, mientras que la primera también desapareció de la noche a la mañana de la web. Y lo mismo puede decirse con The Nevers, a la que ya no augurábamos un próspero futuro desde la caída en desgracia de Joss Whedon pero sí confiábamos en que algún día llegaría la segunda parte de esa primera temporada incompleta.

En HBO, tienen que recortar la friolera de 3.000 millones de dólares y hasta que los números no cuadren, tendremos que prepararnos para lo peor. En Amazon ha comenzado la temporada de despidos masivos, mientras que en Disney también están rodando cabezas tras haber tirado pólvora a cuerpo de rey a cuenta de su política de ninguneo a los estrenos en la gran pantalla de títulos para los que se invirtieron millones para ofrecerlos en su plataforma. Claro, los números ahora no salen. Uno ya se hace a la idea de que si una serie no la ve nadie, puede ser cancelada, pero el streaming no era esto.