Después de encadenar significativos batacazos comerciales, a J. J. Abrams le tocaba bajar de los cielos a los que se había encumbrado, descendiendo al polvo de una carretera que atraviesa el desierto. El camino elegido tiene olor a gasolina y goma quemada de los neumáticos en el asfalto, como si volviera a sus esencias. Es la hora de Duster.
Si hasta la fecha, el cine de Abrams era un indisimulado homenaje al Spielberg de los 80, en Duster damos un paso atrás y cambiamos de década. Estamos en los 70 y toda la serie es un gigantesco homenaje al cine de esa época con el envoltorio de una road movie. Al fin y al cabo, tampoco se aleja tanto de sus referentes clásicos, ya que las primeras películas de Spielberg pertenecían a este género. Cintas que no necesitaban presupuestos mastodónticos, donde bastaban un coche, un hombre y una carretera para contar una historia. Para sacar adelante esta serie ha contado con Latoya Morgan, con quien escribió mano a mano los guiones de los tres primeros episodios. Morgan ha estado en series como The Walking Dead, Into the Badlands o Shameless. Apostaría a que ella se ha encargado de aportar el toque racial.
Hubo un momento en que J. J. Abrams parecía que se lo iba a comer todo y había recibido el título de nuevo Rey Midas de Hollywood. Un título que recibían cineastas como Steven Spielberg por aquello de que convertían en oro todos los proyectos que tocaban. Abrams arrasó con Lost y salió relativamente indemne de los palos que le dieron los fans a su final. Resucitó la saga de Star Trek, abriéndola a públicos que hasta el momento la habían ignorado. De su factoría salieron varios títulos de la franquicia Misión Imposible, con Tom Cruise entregado a las secuencias de acción. Cuando se encargó de traer de vuelta a Star Wars parecía haber llegado a la cumbre del éxito. Sin embargo, su estrella empezó a dejar de brillar. El despertar de la fuerza (Episodio VII) sació a muchos fans. El problema llegó dos películas después, con El ascenso de Skywalker (Episodio IX), el título que remató a la saga, hasta el punto de que no han vuelto a estrenarse nuevas entregas en los cines. Entre tanto, demasiadas series de Abrams empezaban a ser canceladas. Además de la fulminación de Westworld, uno de los más sonados fue el de Demimonde, una serie con un presupuesto superior a los 200 millones de dólares, y que fue descartada por HBO antes de empezar a rodarse por considerar prohibitivos sus costes. Las alarmas debieron encenderse hace unos cuantos años en las oficinas de Bad Robot, la productora de Abrams.
El Duster es el flamante coche que conduce el protagonista de la serie, uno de esos fugitivos con corazón y su propio código de honor. Abrams recurre a una de las estrellas de Lost, Josh Holloway, para encarnar a Jim Smith, un conductor al que suelen acudir los bajos fondos para hacer las entregas más complicadas y hacer que muerdan el polvo los coches del sheriff que intenten perseguirle. Parece como si siguiera siendo Sawyer. Al fin y al cabo, ¿no viajó su personaje a la década de los 70 en la quinta temporada de Lost?
Su personaje evoca a aquellos reyes de la carretera en la cartelera estadounidense de los 70. Clint Eastwood recorría las autopistas de California acompañado de un orangután con mucha cerveza y música country en Duro de pelar. Película que tuvo su particular homenaje televisivo en Billy Joe y su mono, serie en la que un camionero acompañado de un chimpancé recorría los Estados Unidos. Tuvo unos secundarios tan memorables que contó con un spin off que llegó incluso a tener más éxito que la serie madre: El sheriff Lobo. Títulos donde la carretera era un personaje más. El espíritu de todas aquellas películas continuó después en los 80 con la trilogía de Los locos de Cannonball, que contaba en forma de comedia coral las peripecias de los corredores de una carrera de costa a costa sin regla alguna y en la que lo importante era llegar el primero.
En la trama de Duster, la vida de Jim da un giro de 180 grados cuando llega una agente del FBI pretendiendo reclutarlo para que le ayude a meter entre rejas al mafioso para el que trabaja. Rachel Hilson, coprotagonista de la serie, encarna a Nina Jackman la primera mujer afroamericana en el FBI. Intenta dejar su propia huella en la agencia federal por motivos más allá que el color de su piel, impulsando una investigación contra una gran organización criminal. Aunque también le guía un interés personal, el mafioso al que persigue es el mismo que mató a su padre. También al hermano de Jim, aunque este lo ha estado ignorando estos años, hasta que ella le pone pruebas que le hacen abrir los ojos y le animan a cambiar de bando para actuar como agente encubierto. Nina tiene también mucho del cine blaxpotation de la época. Esa Pam Grier a la que Quentin Tarantino homenajeó en Jackie Brown.
La serie guarda otros homenajes al cine de los 70. En el episodio de la semana pasada, ya nos llegó la conexión con el caso Watergate con una escena con el mismísimo Richard Nixon recreado por Inteligencia Artificial. Perdón si alguien lo considera spoiler, pero no deja de ser un guiño en la trama para contextualizar todo en ese contexto de gran conspiración que se puso de moda en aquella década. No faltan las referencias a El Padrino la saga con la que Francis Ford Coppola dio la vuelta al cine de mafiosos en los 70, aunque en estilo y pretensiones es muy lejana a Duster, los guionistas no han querido desperdiciar la ocasión para acordarse de ella, estableciendo que para el FBI fue una referencia para sus investigaciones sobre el crimen organizado. También tenemos guiños a esos clásicos que protagonizaron Paul Newman y Robert Redford, como El Golpe y Dos hombres y un destino. Como esos procedimentales de antaño, la serie cuenta una nueva aventura cada semana, mientras avanza un poco más la trama de la investigación al gángster.
Los temas instrumentales ya no están compuestos por Michael Giacchino, uno de los colaboradores más habituales de Abrams. Le releva aquí Laura Karpman, que gusta de mezclar estilos en sus partituras. Pero la banda sonora está plagada de canciones emblemáticas de la época. Funk, rock and roll, rhythm and blues y soul, en la que nos encontramos a Otis Redding, John Lee Hooker que nos ayudan a completar a este viaje a la nostalgia a bordo de un coche rojo fuego más brillante que aquel Ford Torino con el que patrullaban las calles de California Starsky & Hutch. La secuencia de títulos de crédito ya nos sugiere que estamos ante un juguete que solo nos puede traer diversión.
En el momento de escribir estas líneas, faltan aún dos episodios para que termine la primera temporada. No sabemos cuáles son los planes de HBO Max para la serie, aunque sus productores tienen claro que quieren hacer cinco temporadas. Si los números cuadran, tendremos carretera para rato.