Tengo un Máster en hombres infieles. Me basta una sola cita para detectar a un infiel. Todo comenzó aquella mañana en casa de mi amigo Juan. La insistente bocina de mi coche bajo su ventana era directamente proporcional a mi desesperación. Esa fue la última vez que un hombre me puso los cuernos. Me fui lloriqueando hasta su casa y me abracé a su cuello envuelta en un mar de lágrimas. Una vez más, Juan me sentó en su cocina y me preparó la manzanilla de frambuesa que tanto me gusta mientras se asomaba al abismo de mi desordenada vida sentimental. Pero esta vez sucedió algo distinto e inesperado. Por primera vez Juan me dio un consejo: 'Cuando veas el humo, detrás viene el fuego'. Palabras que interrumpieron mi llanto y que desde entonces me alumbran en cada cita sentimental.

Ahora tengo un Máster en hombres infieles, lo que me convierte en una mujer inmune al seductor por excelencia. Ahora soy feliz. Y les aseguro que no hay nada tan turbador como la felicidad. Ahora me bastan unos minutos para saber si el tipo que se me acerca y tontea conmigo es un hombre infiel. Así que les daré cinco señales de humo que anuncian el fuego, cinco claves para desenmascarar al hombre infiel en una primera cita y así ahorrarles un ejército de amarguras. Advierto muy seriamente que con una sola de estas pistas es suficiente para levantarse de donde estén y, sin mediar palabra, salir huyendo, pues como dice Juan, tras el humo 'viene el fuego'.

1. Felipe el Hermoso. Cuando el hombre que trata de seducirte te habla de su ex en términos 'celosa paranoica', ¡bingo!, ese hombre es infiel. Estamos ante Felipe el Hermoso y sus furtivas amantes. No hay mujer celosa paranoica porque sí. Definiendo a su ex se está delatando a sí mismo. Todas las mujeres hemos sido confiadas con un hombre, y con otro celosas hasta la locura como Juana I de Castilla, siendo siempre la misma mujer. Por tanto, una es celosa en función de la seguridad y confianza que te transmita el hombre con el que estás. La lectura real es la siguiente: Le ponía tantos cuernos a mi ex, que sus sospechas la enfermaron de los celos. La convertí en Juana la Loca.

2. Las prisas. Cuando un hombre tiene prisa por conocerte, por llevarte un fin de semana a algún sitio, cuando tiene prisa por averiguar si eres la mujer de su vida porque, según dice, no puede perder el tiempo, ¡cuidado!, no es que se vaya a morir, es que ese hombre tiene pareja. Las prisas son para los malos toreros y para los mentirosos, reza el dicho. Un hombre que no tiene pareja no tiene prisa. Saborea el camino de la seducción, va despacio, tiene tiempo para ti, se ajusta a tu ritmo, te corteja, te espera. La lectura real es la siguiente: Tengo prisa por conocerte porque tengo a otra, por eso no tengo tiempo que perder ni mucho que dedicarte. Si me gustas lo suficiente dejaré a mi novia por ti, y a ti te dejaré por la siguiente, y a la siguiente por otra. No suelto una liana sin coger otra. No soy de fiar.

3. Ego desmesurado. Cuando en una primera cita, el hombre habla de sus conquistas amorosas, del río de mujeres que caen rendidas a sus pies, no sólo estamos ante un hombre sin educación sino ante un peligroso ególatra, un hombre que tiene altas dificultades para ceder o llegar a un acuerdo, un hombre que necesita ratificarse a través de la admiración constante de las mujeres, así que, ¡alarma!, pues no le bastará tu sola admiración, sino la de todo un harem. La lectura real es la siguiente: Soy un inmaduro que necesita reafirmarse con las mujeres, así que mi ego me llevará a ponerte más cuernos que a un caracol, aunque esté loquito por tus huesos.

4. El víctima. Cuando un hombre te cuente que ha dejado a su pareja porque la descubrió con otro, lo siento, pero en este punto tengo que contenerme para no soltar una carcajada. ¡Miente! La venganza es la primera causa de infidelidad femenina. Es una manera de resarcirte del daño que has sufrido y para ello utilizas a otro hombre, para asumir una posición de fuerza frente a tu dolor y tu herida. Tras esa infidelidad femenina, hay a todas luces una docena o un centenar previas por parte del hombre. Este sujeto/víctima tiene una vida en su círculo público y otra en el privado, sin que ambas esferas interactúen ni lo más mínimo. De hecho, nunca conocerás a sus supuestas 'amigas'. Es la llamada 'psicopatología de la vida cotidiana'. La lectura real es la siguiente: Llevaba vidas paralelas, le puse tantos cuernos a mi ex -o bien, la tenía tan abandonada-, que un día ella se cansó y me dejó. Tienes ante ti a una falsa víctima.

5. Narciso. Ese hombre de estudiado aspecto que sabe cuándo acercarse, qué decirte, qué tono de voz emplear. ¡Peligro! La seducción es una de sus actividades más delictivas y tú sólo eres una de sus innumerables conquistas. Ese hombre 'perfecto' es una versión moderada del traidor. Quiero decir, que te pasará como a la niña que disfruta de un dulce en el que ha invertido todo sus ahorros de la semana y, de repente, cuando más rico es su sabor, tropieza y se le escapa de las manos. Después de la cama, ¡con un poco de suerte!, no lo volverás a ver. La lectura real es la siguiente: Soy el hombre 'perfecto' que está buscando a la mujer 'perfecta', pero jamás nos encontraremos porque ambos estamos demasiado pendientes de nuestro reflejo en la fuente.

Claves para detectar al hombre fiel: aquel que en una primera cita tira la copa porque está nervioso, el que es torpe en la seducción, el que no conjuga bien la camisa con el pantalón porque nunca le ha dedicado mucho tiempo a la apariencia -una de las principales estratagemas del conquistador-. Pero por encima de todas las cosas, un hombre fiel es aquel que te mira embobado como si jamás hubiese visto a una mujer, como si tú fueses la primera que conoce. La única.

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