En 1962 comenzó a circular clandestinamente por París la novela titulada "Enmanuelle, la antiverge", en edición anónima y firmada por una tal Enmanuelle Arsan, otorgando al libro una vaga sensación de motivo autobiográfico. En 1967 el editor Eric Losfeld, ante los avances de permisividad en la industria culrural francesa, decidió lanzar el libro pornográfico con su emblema editorial, en dos tomos con cubierta azul cielo, (hoy en día pieza de coleccionistas), y que tardó casi nada en convertirse best seller, con varios cientos de miles de ejemplares vendidos. La novela describe el itinerario de la bella Enmanuelle, esposa de un tolerante diplomático en Bangkock, y su perfecta ascensión en el ritual erótico y el disfrute sexual. El libro se convirtió ràpidamente en la novela de moda de la jet society gabacha, como años atrás fuera Historie d'O. Total, que Enmanuelle entró en las estanterías de la cultura francesa, alienándose junto a los tomos del divino marqués. Pronto se supo que el seudónimo de la novelista encubría en realidad a una bella euroasiática, Maryal Rollet, esposa de un diplomático de la UNESCO. La autora del libro azul proponía la erosfera, es decir el universo del goce sexual llevado a su paroxismo. Por fin, en 1974, la caliente novela fué llevada al cine. Puedo decir que personalmente me quedo con el relato. La calidad del film, (protagonizado por Silvia Kristel), deja que desear. Edulcorado, (aunque en aquellos años en España todo lo que fueran tetas y culos era motivo de sonrosada visión), con fotografía tipo Vogue, la mezcla de misticismo con sexo, los paisajes de tahilandia.... película perfectamente preparada para el ávido y burguès público francés de los 70.

He encontrado esta novela en los estantes de mi repleta biblioteca. Acompaña su lomo al de otros autores, maestros de la literatura universal, considerados pornográficos en su momento, Lawrence, Henry Miller, un cartapacio con la obra de Wilhein Reich, o el propio Sigmund Freud. Y he decidido comentar las notas al margen que desde hace años conservo. La película, ya digo, blandita, blanca en la actualidad, leve y venial. El libro, todo un relato caliente que inesperadamente me transporta a un día cualquiera en París, bajo la lluvia, con aquella chica minifaldera que bebía vino de mi ombligo y estudiaba a Marx entre sábanas rojas