Sin querer ofender, dice uno de los sentados alrededor de la mesa, este antebrazo hubiera quedado perfecto con siete u ocho minutos más de horno. Siempre quejándote, ¿te parece poco hecho?, hace cuatro años dijiste eso de los muslos. No, no, los muslos estaban bien, fué del hígado, faltaba sal. Bien, habla otro comensal, pasadme más licor, hum, las costillas de este individuo censado saben extraordinarias. Los cuatro comen tranquilos. Pan, vino y carne, mucha carne. El camarero no cesa de traer bandejas. Oid, el crujiente de ligamentos con manzana, oid como suena.... Uff, y los sesos rebanados al ajillo ... Poco a poco, deleitándose, acabaron con las partes preparadas del elector. Luego felicitaron al chef, que afanoso, procedía a descuartizar otro votante.