Hay muchas formas de dañar una nariz y fracturarla. Un golpe seco y rápido con la base de la palma de la mano desde el labio superior hacia arriba rompe los huesos propios. Al darlo, si se efectúa con la máxima precisión y exceso de fuerza, se causa afixia en el contrario, la sangre circula hacia adentro, atragantando y produciendo confusión en su mente. Si es un rival, tendrás que terminar de dejarlo fuera de combate, caso contrario, inapelablemente un brote de ira descontrolará y acelerará su contra- ataque. En boxeo, al contrario, el golpe suele ser directo. Enseguida cruje el tabique nasal o se desplaza de su sitio. Duele bastante, sobre todo las curas. Los hematomas, (normalmente bajo los ojos), no desaparecen en semanas. Todo esto que cuento no lo aplicó Sebastián. Deseando autofracturarse algo, andó hasta las vías del tren para, de lado, posar la napia sobre la vía. Aguantó con un par hasta que el convoy le pasó por encima. Indudablemente fué absorbido por la inercia del tren, asunto que hube de explicar (la inercia y sus consecuencias) a mis alumnos, una enmarañada mañana soleada, en el entierro de Sebastián, que por cierto, acabó sin nariz y con medio cuerpo descuartizado. Todos los que acudieron al sepelio eran chatos.