Ya están aquí los encierros, las corridas, los carteles de toros y toreros. El hecho de que persistan como industria, no implica que siga levantando controversias. Uno, apasionado lector, vé cumplidas sus "espectativas", en el pasado glorioso más que en el presente ripioso. Vean sinó:

En el año de 1609 fué sonado el espectáculo titulado "Fiestas de los toros bravos" en Granada. Dice el cronista ocular, (Jorquera, "Anales de Granada",1934), "que se celebraron unas fiestas reales con la lidia de 20 toros, siendo tan bravos que causaron asombro y espanto. Mataron a 36 personas con más de 60 heridos... el postrero toro que había matado a cinco hombres, estaba a las nueve de la noche en la plaza pues nadie se atrevía a desjarretarlo...fue necesario encandinallo con fuego y lo escopetearon hasta que murió." Por cierto, la costumbre de escopetear a los bravos corrió por andalucía, con la proclamación de Felipe IV, gran aficionado a los disparos de arcabuz. De esa manera reventaba a los toros el monarca. (Sentado, trípode, ensombretado y con la presa prestamente arrinconada). Pero hablarè del espectáculo organizado en el Retiro, hacia 1631. Fué el Conde Duque de Olivares el organizador y rendía de aquél modo homenaje al príncipe niño. Ante un gran gentío juntó un león, un tigre, un oso, una zorra, dos gatos monteses, una mona, un camello salvaje, un caballo desbocado, un toro,y dos gallos. El toro se hizo ganador, cebado entre sangres y cornadas. Una cuadrilla de peones azuzaba a los unos contra los otros dentro de un gran cerco. Según el cronista oficial, ("El rey se divierte", Deleito y Piñuela, 1998) "Viendo nuestro César imposible despejar el circo de aquél monstruo español, pidió el arcabuz, enseñado en los bosques en semejantes empresas, y sin perder la mesura real ni alterar la majestad del semblante con ademanes... hizo la puntería tanta destreza y el golpe con acierto tanto que la muerte del toro fué instantánea. Todos felicitaron al monarca haciendo el mismo Lope de Vega un soneto al bravo de esta manera: "Dichosa y desichada fué tu suerte, pues como no te dió razón la vida, no sabes lo que debes a tu muerte."

En resumen, la españolidad del toro y de sus seguidores a tiro de arcabuces y de cosos de lid, serviría hoy de igual modo a los garantes patrios como defensa de la fiesta.