Imagino que esta noche por fin acaban las fiestas en la urbanización donde desurbanizadamente habito. Estoy hasta la coronilla de papá americano máquina y de paquito el chocolatero hembra. Fiestas dentro de otras fiestas que habitan dentro de otras fiestas. Ruido y alcohol entre vecinos que se soportan sin soportarse todo el año. Mantel, jamón y tintorro. Shakira dale que te pego a todo volumen, oé, oé, oé, como signo de lo fuimos aquél verano español de sudáfrica. Para combatir el trino inconsolable de los altavoces festivos, enchufo a toda pastilla a Vivaldi, que siempre habita en una carpeta carpetovetónica del disco duro durísimo. Imagino, decía, que esta noche se acaba el cachondeo y comienza el otro cachondeo, el de la semana traidora y arrugada de mitad de mes, semana abierta de piernas para engullir vecindades, buenos días hijo de puta, y vecindarios.