Es una señal de Satán, piensa tembloroso. El tipo entró, a esa hora la iglesia huele a inciensos y a cera de velas recién encendidas. Candelas que bailan amarillas y azules sobre los santos y los reclinatorios. La feligresía es escasa, todo mujeres mayores. Por eso se fijó en el personaje, pantalones bermudas a cuadros y una funda de raqueta de tenis. El cura, tratando de controlarse, sigue narrando lo que vio. Extrajo de la funda de tenis una pistola, fue hasta la mujer embarazada y le disparó en la cabeza. Me pareció que el pistolero hacía gestos raros con la boca, quizás hablaba solo. Luego marchó hacia otras tres asustadas penitentes. Hizo fuego, yo creo que se le escapó el tiro, hacia el techo, con la pistola inclinada. Entonces descerrajó un fogonazo en medio del pecho a otra señora. En el suelo, entre la bancada, la embarazada no se movía, un gran charco de sangre corría suelo abajo. Y la gente gritaba, claro, me quedé paralizado viendo como se acercaba hacia el altar. Creí que me iba a matar también, pero se volvió y cayó de rodillas. En ese instante se me aflojó la vejiga. Así, de espaldas al sagrario, se puso el cañón en la boca y... creo que al detonar la pistola reventó. Puro demonio, créanme, aunque alguien avisó a urgencias y lograron hacer una cesárea a la preñada muerta, dicen que tras muchos esfuerzos estabilizaron al niño. Se llevaron a la herida y dejaron un buen rato al loco de los pantalones a cuadros desangrándose, con la sesera destrozada, sin mandíbula superior, la pistola al reventar le arrancó dos dedos. Y... ¿ven?.. hay restos biológicos cerca del cáliz.... Entonces marcha a una habitación, disculpen he de cambiarme. Vuelve a santiguarse mientras tapan con un plástico de color plata el cuerpo frío del asesino.