SUEÑOS SON

He soñado con una cámara frigorífica donde colgaban desde garfios de acero muchos gadafis muertos. El caso es que relucían debido a los flashes de las cámaras digitales. Al menos cien cuerpos de muamar en serie, todos con el mismo gesto de guiñol de sí mismo, bebedor adecentado de buen guisqui escocés. En el sueño la cámara era fría pero no gélida, de hecho, en la cola para fotografiarse habían dos pilotos de cazas de la otan, un francés y un alemán con la cabeza cuadrada. La gente los tocaba como se toca un menhir preshistórico. Y todos andaban con cuidado: esos dos, el gabacho y el cabeza cuadrada, pueden disparar cuando les pase por las pelotas, para algo son de la otan, militares de precisión quirúrgica, esbirros de las torres de kío y del oro occidental. El oro de las democracias, dicen. Es curioso, mientras duermo soñando con cadáveres colgados de un gancho, la producción petrolífera en libia aumenta un ochenta por cien. Todavía no han plantado los rebeldes sus culos de alá en el poder, definitivamente corrupto, y la alta producción de los señores encamisados funciona sin reparo. De hecho, por si queda algún resistente, hay un corredor rápido de exportación. Al despertar todavía tenía imágenes del protolíder engarfiado. Así que he decidido tomar café para espabilar. De repente, en un reflejo negro plateado dentro de la taza, me ha parecido ver a sadam ahorcado, con los pantalones meados y la polla tiesa. Entonces oigo en la radio: sube el precio del crudo en Irak.

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