Si me preguntan porqué el pasillo de casa está inclinado, les respondo que por causa de los libros. Un día fuímos apilando una larga hilera sin orden ni concierto, pequeños, anchos, angostos, grandes, hasta que de repente acabaron volcàndose sin caer al suelo. Imagino que la fuerza centrífuga de éstos ladeo el pasillo y el pasillo acabó ladeando al edificio. Cuando usted llega a mi calle nota enseguida que cuesta mantenerse en sentido horizontal, aunque por una extraña conjunción de elemenetos físicos, (algunos dicen astros y asteroides), la fuerza gravitatoria no dá con nuestros huesos en el suelo. Todo el distrito permanece inclinado, intrigantemente inclinado. Siempre pienso que ocurrirá si necesito leer alguno de los tomos y muevo la fila apilada.

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