Me llaman esta mañana para que pase a retirar una caja con libros viejos. Lo de siempre: el fallecimiento de alguien propicia la salida de libros, "trastos", para la nueva generación. Hay unos cuarenta, casi todos sueltos antiguos de bruguera. Sin embargo los títulos interesan: un catálago de Joan Fuster, un austral con las soledades de Machado, algunas antologías poéticas, galdós, chejov, cervantes, aldecoa, (de la colección Salvat libro rtv, edición a caballo entre el sesenta y el setenta y ocho que tantas lecturas propocinó a los que fuimos bachilleres entonces).

El fondo de la caja me depara una sorpresa: cerca de veinte títulos diminutos aparecen amontonados. Bruguera sacò al mercado aquellas miniaturas, no sé si por ahorrar papel o en un gesto extravagante de editorial popular. Los libritos ya los conocía, enciclopedias liliputieneses para "el hombre que tiene prisa",(25.000 palabras sobre La locura, Lutero, Sociedades secretas, etc..), todos datados en el 74. De hojas amarillentas y gotas de òxido, dificilísimos de manejar. Junto a èstos otra colección, igual de pequeña pero liviana, dedicada a monografías o novelas clásicas. "Usted como todo el mundo desea leer, pero los libros son caros... No los de enciclopedia Pulga, con menos dinero que el se gastaría en el alquiler de un libro mediocre tendrá en su poder los maravillosos volúmenes de Enciclopedia Pulga, que conservará siempre".Esa es la publicidad de contraportada. Curiosamente, (al contrario de los otros son ágiles de abrir) dedicados a Chopin, Goya, el hombre de las cavernas, las entrañas de la tierra, el reino vegetal inventariado, Julio Verne o un título que me llena de especial alegría: El licenciado vidriera cervantino. Ordeno los viejos títulos, ya digo que salvo excepciones, en editorial morralla. Hay algunos dedicados por los autores, poetas locales desconocidos en la actualidad.

Han hecho bien regalándome estos "trastos". Sin conocer a quién antes los cuidó y leyó, me considero heredero de su curiosidad cultural. Viendo la caja ya vacía, una extraña sensación me transporta: sé que una pieza de sabiduría ha desnudado su pasado, ahora en las estanterías, en contacto con otros volúmenes compañeros, corrigiéndose como flor regada, estirándose hasta brillar.