Hay gente que cree mucho. Querrás decir en muchas cosas. Y en pocas, pero intensamente. Fíjate en los seguidores del tema ufológico, desde la guerra fría hasta hoy proliferan por doquier. Yá, conozco algunos que sostienen que debajo de les Columbretes o de las Pitiusas hay garajes de ovnis. Otros, sin embargo, creen en los difuntos errantes, en las cosas del espíritu y del más allá, incluso hay un programa en televisión auténticamente vergonzoso, donde algunos famosos contactan con sus muertos. Joder, no lo sabía. Así es. Yo quisiera contactar con algún muerto, no lo dudes, preferentemente con algún sabio, los demás casi ni me interesan, aunque no sé como. Pues con una medium. No, no, me refiero a que no sé como debo de hablarle a un sabio muerto y menos si por ejemplo habla alemán, yo no sé alemán. Cierto, hablar con Einstein es jodido, pero podrías empezar con Cajal. ¿Tú crees que don Santiago querría salir del éter cósmico para hablar con un pelagatos como yo?. Humm...no sé. Pero con respecto a los idomas, igual los palmolives tienen algún idioma universal, algo como el esperanto. No creo, de todos modos el problema es que los y las mediums son bastante analfabetos en general. Por eso decía que la gente cree mucho. Y en cualquier cosa, en los horóscopos, en la posición de los planetas, incluso en dios. Mira, fíjate, en diciembre todas las creencias se transmutan en una: la lotería nacional de navidad. La lotería, merced a la propaganda estatal es la sustitución de dios, de ufos, de espíritus, etcétera, el sumum de la sublimación. Claro, ergo se puede afirmar que la gente cree mucho. Lo creo. ¿Ves?.