Los bomberos no podían despegarlo. Ella había pedido socorro a las autoridades: mi marido sigue en el sofá incrustado. No se ha movido desde el año 78. Guardias, protección civil y bomberos, entraron en casa del hombre fosilizado. Con la cabeza apoyada en un cojín, la mano derecha en el ombligo debajo del pijama, una bolsa gigante de palomitas y un cigarrillo reseco, el tipo permanecía tumbado de ese modo desde la transición. Es que no quería moverse, dijo la esposa. Yo sabía que esto no era normal, pero es mi marido. Me he decido a avisarles porque quiero cambiar de sofá. Se lo llevaron tal cual, en bloque. Ignoramos dònde.