Nos paramos y hablamos de libros. Peor aún, hablamos de los demonios que habitan el interior de los libros. Una hoja basta para dudar, todo el día dudando, un auténtico incordio. Otra línea te hace un poco de daño. Leí medio renglón de Wilchock: "la insensatez enturbiaba todas las promesas", y ya andé descabalgado por la mañana. Decía Baroja en otro cuento corto: "en las librerías de viejo se encuentran a veces cosas curiosas, ya sabe usted, incunables....yo encontré una vez a don Manuel Azaña, es la única vez que lo he visto." Reìmos. Es cierto, respondes, a veces el maligno mismo parece que se hubiera aposentado en un título: encuentro "Vida de Jesús en el vientre de su madre"....Y detrás topé con un ilustrado dedicado a Füssli, un pintor suizo considerado adorador de satán. Pintaba bestias fornicadoras y lascivas, mujeres con cabeza de insecto devorando en plena cópula a sus hombres aterrorizados. Füssli emplea un tono... negro... agrio, enfermizo....... vientres blandos, esqueletos viciados. Cuenta que cenaba todas las noches un kilo de carne cruda. Se unió en concubinato a la madre de Mary Shelley. Seguimos riendo, la conversación ya nos tiene enjaulados. Letras capitulares, encuadernaciones de guaflex, palabras girando en el escaparate.

En esas miramos la hora. Vaya, es tarde, el partido de fútbol está a punto de empezar. Y de repente un hongo atómico en forma de balón explota sobre nuestras cabezas, nos paramos y ya no hablamos de libros.