Hace muy poco me enteré del extraordinario caso de Pedro. A la edad de sesenta y dos años, una mañana al levantarse, vió que se iba al suelo. Había sufrido un infarto cerebral, ictus en argot científico. Pedro era hasta entonces un obrero cualificado. Sabía de cueros, de remedios y sillones, siempre se había buscado la vida como tapicero. También era padre de familia con prole a su cargo, tres hijas, mujer, perros, gatos y dos conejos de indias. En sus ratos libres solía sentarse a leer y fumar. O fumar y beber, como gusten. Fumaba rubio oloroso y leía literatura en general. Le gustaba la saga detectivesca de Carballo inaugurada por el gran Montalbán. También le gustaban las biografías, sobre todo de militares y políticos relacionados con la segunda guerra mundial. Pero esa mañana, al irse al suelo, la vida parecía detenerse.

Después de la hospitalización, volvió al hogar realmente tocado. Ataxia, disartria o disfagias, complicaban severamente su existencia. Medio cuerpo parecía frío y sin movimiento. A los tres días llamó a una de sus hijas: "quiero que me compres un libro de Kant, anota: Crítica de la razón pura", balbuceó. Su hija no daba crédito, pero compró el tomo al padre. Y Pedro leía sentado. Y detrás pidió a Aristóteles, luego a Platón, Heráclito, Pitágoras, Pármenides, más tarde a Rusell, a Hegel,y así sucesivamente....

Al año del ictus, se matriculó en la Uned. Y acabó estudios de filosofía. Apenas balbuceaba, pues el habla había quedado profundamente afectada. Sin embargo, a pesar de la desconexión cerebral que el infarto provocó en él, otra parte de su razón empezó a funcionar con una lucidez extraordinaria. Acabó especializándose en Gnoseología y sus escritos, (que en estos instantes leo detenidamente) sobre percepción, intencionalidad, conciencia y qualia (cualidad subjetiva de la experiencia mental), son escritos ágiles, didácticos y primorosos.

Pedro, padre de una amiga, murió hace dos meses. Las hijas me han donado parte de sus documentos. Nada que ver con pensamientos disfuncionales por accidentes cerebrales. O tal vez sí. Este es mi pequeño homenaje a él, filósofo casual.