Eso me pasa por ser un escéptico. Sentado en el otero de la campiña, con frío, aliviado de haberme escapado de la ciudad, contemplaba los cirros y las columnas de nubes, el reflejo del escaso polvo solar en lontananza, cuando una nave circular ha aterrizado un poco más abajo.

Lo pensé rápidamente, ya están los gilipollas de la feria con sus inventos. Después descendieron unos seres rojos y verdes con ojos grandes y pies de pato gigante. Monleón y los suyos, cavilé, ni en el campo se puede estar tranquilo. Se dirigieron a mí con un lenguaje rarísimo: "Prokoncav". Por instinto, créanme, puro instinto urbanita, les hice un corte de manga y los mandé a tomar por culo. Volvieron a su nave, posiblemente enfadados y despegaron hacia, pensaba, la feria. Hoy, viendo televisión, me entero que se ha contactado con una civilización alienígena y que, gracias a la labor de los primeros interlocutores, un par de campesinos que pasarán a la historia, el contacto ha sido positivo. Es mi sino, desaprovechar las oportunidades.