Repasando fotos, descubro que uno de los personajes de la familia Manson tiene un parecido razonable conmigo. Enseguida he acudido al espejo y me he mirado fijamente a los ojos. (Hacía tanto que no me miraba a los ojos que he tenido que salvar serias reticencias).

En efecto, el parecido es obvio, tal vez con más cabellos y diez kilos menos, con una camisa de cuello de pico hawaiana hortera, podría pasar por el colaborador de Charles Manson. Cara angelical nunca he tenido, es obvio, de hecho, si arqueo en demasía las cejas el mismo satán pareciera hacer burlas, eso es lo que me dijeron una mañana de domingo al lado de una iglesia. ¿Que qué hacía yo un domingo por la mañana al lado de una iglesia?. Lo prometo, nada malo: me estaba meando en consideración y decidí evacuar tras un pilar lateral al uso. Orín de belcebú según las beatas. Ahora, viendo a mi sosias psicópata en la fotografía, sé porqué sonreí ante la bronca de aguas menores.