He visto a Escobar tres o cuatro veces firmando libros, cómics, tiras de "monos" dibujados, a viejos y jóvenes. Gran tipo Escobar. No diré nada de Mortadelo y Filemón, porque se ha dicho y se dice de todo. Que yo recuerde, hasta tesis doctorales basadas en los singulares personajes se han escrito. Pero hablaré, porque la casualidad así lo quiere, de Carpanta, un hombrecillo que desde siempre, (creo que apareció por primera vez en el 47), ha acompañado mis sonrisas, a veces también, mis tristes reflexiones.

Hablo sobre Carpanta porque esta voz aparece en un relato que ando leyendo y que no tiene nada que ver con los cómics ni con Pulgarcito ni Tiovivo. Carpanta viene a designar el hambre violenta, además, según el Diccionario de la Rae, coloquialmente. Hay algo fijo en la vida del personaje: la búsqueda del bocadillo, el sueño del pollo asado, (cuando Escobar imaginó a este carpetovetónico españolito de a pié, el pollo era plato de lujo). Si recuerdan, Carpanta vive debajo de un puente y, leo, tuvo serios problemas con la censura franquista pues, como todos saben "en la españa de Franco no se pasa hambre". Aunque habite bajo un puente y no tenga oficio se las ingenia para sobrevivir, de hecho, trabaja ocasionalmente de soplón, (soplador en una fábrica de botellas), que es un oficio acabado, pero real. Su colega es Protasio, gordito y sin problemas para la masticación o el engulle. Escobar es un autor sabio. Ha criado a varias generaciones más las venideras. Y supo imprimir elemental crítica social a sus dibujos, lejos de ser comparsa auxiliadora de aquél imperio.

Còmo llevamos camino de convertirnos en otro imperio, esta vez de despropòsitos neoliberales, abundan los carpantas bajo los puentes, en los deshaucios, en las colas de las beneficencias. Abundan los carpantas y Protasios sin solución visible, al contrario, negras tormentas agitan los cielos. Y abundan los señorones que fabrican carpantas. Y las señoronas. Que le pregunten sinó a una tal Fátima. Ibañez, creo, los mira con el ceño fruncido.