Les explicaron que comprando la alcoba expuesta en el escaparate se llevaban a casa un universo paralelo. Naderías comerciales, diría el vendedor: el universo de la compra, ropero, cómoda, tálamo y mesitas, es intrínseco a la oferta.

Cuando montaron el dormitorio se apresuraron a estrenarlo. Ella descamisada, él despantalonado. En un pluff instantàneo aparecieron dos señoras señalándolos, más tarde un perro con una correa levantando la pata orinándose, y en menos de un segundo, otra pareja haciéndo arrumacos, muy pendientes de la calidad del armario. Todos miraban por el cristal. Descamisada y despantalonado, comprendieron que el universo paralelo consistía en que el escaparate adquirido contenía por igual el exterior, público paseante, caminantes, días de sol y tormentas. Sin más lo admitieron, una oferta es una oferta, incluso le cogieron gusto. Al oir pluff sabían que se activaba el público y ellos, exhibicionistas, como tal actuaban.