Con respecto a la íntrinseca personalidad civilizada y españolista de la tauromaquia conviene agitar un poco la historia antropológica de la cuestión. Según el romancero morisco correr toros y cañas eran fiestas de los galanes moros.. El historiador Ibn al- Jatib, visir del reino nazarí de Granada en el siglo XIV, narra como las "vacas salvajes" eran atacadas primero por perros alanos para restarles vitalidad, (la misma función que los actuales picadores), colgándose de las orejas de la res, y luego eran lidiadas a caballo por el hombre, que solía emplear el rejón. Dice Cossío que la mención a perros de presa aparece ya en el siglo XII, en la crónica de las bodas de la hija bastarda de Alfonso VII. Integrados en el elenco del paseillo solían ser los últimos en salir, amarrados con freno y collar de cadenas. El reglamento de Madrid de 1868, estipula que "solamente en caso de que un toro sea tan malo que no tome ninguna vara se usará de la jauría de perros...". Esta costumbre pareciera abolida en 1883, donde leemos en un cartel de Sevilla.."quedan suprimidos los perros por orden de la autoridad y en su lugar se pondrán banderillas de fuego". Quién diría que esta bárbara costumbre iba a seguir practicándose como herencia de las "costumbres" hoy en día, como hemos apreciado en la granadina Jerez del Marquesado.

Las voces contra las paganas corridas y el gasto y daño ocasionado han sido repetidas en la historia. Isabel la católica, ante la visión de una corrida en Medina del Campo, acabó prohibiéndolas. Los teólogos también intervinieron en tan telúricos temas, cuestión asumida por el papa Pio V, quien en una bula de 1567 las prohibió so pena de excomunión. Esto enfadó a Felipe II, que se divertía mucho con "este regocijo de toros en España, la más agradable fiesta del pueblo".... Para evitar la muerte por cornada de más de 300 hombres al año se propusieron medidas hispánicas rotundas: serrar cuenos, aumentar número de caballos y perros, dejar torear sólo a los diestros, etc. El rey con aquellas reformas y la peregrina exposicón de que " las corridas pudieran ser ventajosas para la milicia como adiestramiento en el manejo de las armas y se hicieran a los peligros y endureciran para la lucha" consiguió que en1596 otro papa levntase la excomunión.

No quiero dejar de ajustarme al espacio que adopto en éste blog, así que doy por terminado este breve apunte. De casualidad, han coincidido la prohibición de los toros en Catalunya y mis estudios. Iba a hablarles de españolidades y otras memeces. Toros, casticismo y señoritos de abolengo. Fiesta noble ensangrentada y repleta de modificaciones que confluyen con la muerte como exponente. Más adelante continuaré hablando de toros bravos y toreos curiosos. Como la celebración en el Retiro de un espectáculo de lucha entre toro, osos, león, tigre, caballo y dos gallos azuzados todos por seis hombres, organizado por el Conde Duque de Olivares en 1631. Aquél si que fué un verdadero espectáculo de españolidad. Continuarà.