Si algo no se podía perdonar al jefe del gobierno Eduardo Dato era, entre tantas otras cosas, la aplicación de la Ley de Fugas a partir del 20 de Enero de 1921. Aquello favorecía la guerra sucia oficial contra el movimiento sindical. La resolución estaba tomada, el anarquismo debía de dar un paso adelante en la propaganda por el hecho. Dato estaba condenado.

Pedro Mateu, Nicolau Fort y Ramón Casanellas formaban parte del comando. Su juventud libertaria rebosaba idealismo y conciencia de clase. "Èramos tres jóvenes con vida sindical intensa y decidimos redimir al proletariado catalán de la represión". El golpe estaba estudiado. Sabían del recorrido invariable y que el Hudson donde viajaba el presidente frenaría a la altura de la plaza de la Independencia. Mateu, Fort y Casanellas consiguieron en Barcelona una moto con sidecar. Concretamente una Indian color gris de 7cv. Pagaron 5.100 pesetas a regañadientes, pues Mateu, buen mecánico, consideraba injusto el precio. Con algunos retoques personales, aquella moto iba a cumplir con la encrucijada de la historia. El día 8 de Febrero de 1921 esperaban los tres anarquistas la salida de Dato. Conducía la moto Casanella, Nicolau en el sillón de atrás y Mateu sentado en el sidecar. El Hudson presidencial con placa distintiva del servicio de Automovilismo Ràpido Militar AR-121, arrancó confiado. Detrás iba el auto del ministro de la Guerra que acabó separándose en Cibeles. Según lo estudiado tomaron el rebufo del auto.

Eran las 19'14 cuando a la altura de Independencia el coche oficial frenaba. Se colocaron en paralelo y, comprobando desde la ventanilla la presencia de Dato, vaciaron los cargadores de las pistolas. El coche fué alcanzado por 18 disparos y los daños ocasionados ascendieron, (cuentan las crónicas) a 2.000 pesetas. La Indian gris huía veloz del lugar y el presidente Dato mantenía hacia atrás su cabeza ensangrentada. Había muerto en el acto por heridas de arma de fuego en la región frontal-parietal-izquierda. Era la misma medicina que se aplicaba en la Ley de Fugas.

Casanellas logró huir a la URSS y volvió a España en el año 31 convertido en comandante de aviación. En el 32 organizó el partido comunista de Cataluña. Se benefició de una amnistía otorgada por la II República. En el año 33, en Brunch, y acompañado de Barrio, compañero del PC, chocó contra un turismo falleciendo en el acto.

Nicolau Fort huyó a Alemania después del atentado. Desde allí se le extraditó y se le conmutó la pena de muerte. Salió del penal del Dueso y murió en plena batalla durante la guerra civil.

Pedro Mateu fué detenido y condenado a cadena perpetua. Durante la segunda república fué puesto en libertad y combatió con la CNT en el frente de Aragón. Al final de la guerra fué internado en el campo de concentración de Argeles. Montó un taller de motos en Francia. Nunca se arripintió del atentado y siguió con sus convenciones libertarias hasta el final de sus días.

El siglo comenzaba a endiablada velocidad. Asesinos y asesinados, que a su vez eran igual de asesinos. La idea, la represión, la lucha, grandes pulsiones sociales latiendo en el centro de la historia.