Llevo varios días con "La folie Baudelaire" entre manos. Rozo la página 350 y me tomo un respiro porque no se me quitan de la cabeza los magníficos cuadros de Delacroix y Menzel, los dos en tinta negra y mina de plomo sobre papel.

Saben que las lecturas conducen insalvablemente a otras distintas o parecidas, acaso lejanas, distantes, íntimas. No es de extrañar que salte ansioso a temas interrelacionados, quedando atrapado como una mosca en la miel dentro de tramas y datos, de tomo a tomo. Las láminas con las pinturas "Cama deshecha", de igual título y casi igual compostura me causan un desconcierto maravilloso, mucho más que cualquier paisaje impresionista. Las camas arrugadas, tan cotidianas, deshechas las sábanas, estrujado el salvacolchón, colchas retrocidas ... el abandono de la presencia humana.

Detrás de las pinturas un juego fantasmagórico de ausencias provoca tensión y desazón en el observador: no están los cuerpos, pero entiende uno el vacío, esa ausencia mundana, perturbada soledad del ocaso....

Ignoro que me lleva a estas letras, si el brillo rojizo del atardecer espectacular del mediterráneo, si las reflexiones de Roberto Calasso en el magnífico "La folie...", o la vida apasionada de aquellos poetas y pintores del siglo XVIII, escritores vencidos, derrotados pendencieros, altivos, cautivos......no sé, ignoro porque las camas deshechas encierran tanta belleza.