El centro del pecho, tirando hacia la izquierda, reùne facultades desconocidas. Una es el dolor, otra la ausencia de sonido, hueco de nido de pájaro ausente.. El centro de mi alma es nada porque no hay más alma que la psique que merodea todo lo que especulamos.

El centro de la bomba que explotará en el centro de tu muerte está dispuesto y preparado para destrozarte en mil pedazos sin centro. Sólo lados. El centro del veneno de tu piel, que obediente me lleva a tu vera, sabe a miel de cerveza y me intoxica de vez en cuando, sin que tu nada sepas, ni nada te interese o te importe.

El centro de este pequeño relato es la muerte misma, que de vez en cuando se planta en la esquina de la habitación esperando que trace el radio medido que sirva de puente entre los dos.