Dentro de una botella lanzada en Finisterre me encuentro millones de frases revueltas, cruzadas unas con otras, los náufragos del Jonathan o Gordon Pyn, o los versos augures de Rimbaud antes de la sífilis y la trata de blancas. Ha sido paseando por la arena en la playa, amontonado el temporal en las últimas espumas del oleaje, con el espigón destrozado, los sargos saltando detrás de las coquinas y toneladas de algas basura apestando en los desniveles. Pensé en un genio de interiores, un genio de botella borracho, como los aparecidos mesopotámicos o las fantasías nepalíes. Pero dentro de la botella sólo habían frases, estrofas, versos llenos de ácaros y parásitos marinos, Verlaine o Pavese, las furcias del picadero de los apócrifos, las advertencias de Alberti. He vuelto a cerrar el vidrio mágico para aprovechar poniente al lanzarlo a la resaca turbia de bonanza. Allá vá, cargada de millones de frases, mar abajo, en tu búsqueda.