Más de un millón de rostros y de escenarios registrados a lo largo de los siglos XVII, XVIII y XIX integran el inmenso catálogo gráfico que la Librería Británica acaba de subir a Internet de forma gratuita a través del portal Flickr para todos aquellos usuarios que deseemos descargarlas e incluso manipularlas a nuestro antojo. "Hemos recogido tantísimas imágenes que realmente no tenemos claro ...todavía todas las gemas que contiene (el catálogo)". Reconozco que quedo entusiasmado, no hay criatura más maniática, especulativa y curiosa que yo en este sentido: un portal con millones de joyas salidas de lápices, prestas a ser usadas. Sin duda todo un regalo que me devuelve momentáneamente a la paz social con este artilugio llamado internet.

Apoyo el vaso con café sobre una revista doblada. Apetece el líquido ardiendo, quemando la lengua.

Ando un poco más tranquilo con el asunto de Facebook. Mis espantadas de la red social son habituales, sobre todo cuando el intrusismo se multiplica al cuadrado, siempre hay un o una idiota que te abre privados anónimos para insultarte o te envía mails cagándose en tu puta madre, descubriendo quién es fulana, mengano, zutano, que hacías tú, donde vives, en fin, esas cosas que tantísimo me desesperan y acaban convirtiéndome en un ser antisocial.

Uso este artilugio, rey de reyes comunicativas, para extender mis escritos, pero, lo confieso, a veces me supera. También me supera que todas las conversaciones con determinadas personas acaben adaptadas al modus expresivo de la red. El mundo virtual engulle al real en una suerte de esquizofrenia curiosa, wasaps, messengers, facebook, twitwers, twos, LinkedIn, Tumblr, Pinterest, Google+, Orkut, Badoo, Metroflog, Menéame, MySpace, Hi5, Qzone, Odnoklassniki, Mixi, Renren, Tuenti, LiveJournal... y así hasta el infinito, convierten la vida cotidiana en un puñado de tópicos cargados de tics que llegan a agotar: conversaciones hueras que desaparecen en el disfraz de lo que somos y jamás seremos, ropa sobre ropa, máscara sobre máscara, deseos sobre deseos domesticados por la conexión embustera.

Comienza a amanecer. Sigo con las cartas de Kafka a Felice. Kafka no usaba Facebook, es evidente. Escribía sobre hojas vastas con tinta de calamar: "Ya ves Felice (....) deja que mi corazón se comporte como plazca a mis desgastados nervios, al tuyo en cambio déjale que siga su ritmo tranquilo e innato...".... A Kafka, las sombras diarias de Praga lo atormentaban..... a mí me atormenta el todo sin resolver, la incertidumbre, el abismo de los días. Sí, me consuela tu sonrisa, es evidente. Sobre todo cuando no pronuncias la palabra muro.