Cuatrocientos hombres llegan al Tarajal desde las lomas de El Auyal. La guardia civil bloquea con rapidez el acceso y el grupo se divide en dos: en el paso comercial los agentes marroquíes repelen el intento, los otros, quizás más numerosos, intentan bordear el espigón fronterizo que bordea la playa. Definitivamente se lanzan al agua. Nadar o llegar agarrándose a las rocas. Ya está, esa es la tragedia simplificada: los civiles dando escopetazos en la valla y los hombres mojados (¿espaldas mojadas?) ahogándose en la mar..... relatos de inmigrantes hablan de disparos de la Guardia Civil a flotadores para hundirlos, pelotas de goma, gases lacrimógenos. El instituto armado lo niega taxativamente. No hay testimonios independientes....... cuatrocientos hombres llegan al Tarajal......

El pan nuestro de cada día. Éxodo constante... las fauces de un monstruo sucio y carroñero que nos aplasta contra las fronteras. Apoyo el vaso con café sobre una revista doblada. Que manía, mirar vídeos de calamidades a esta hora, vídeos y los primeros silbos del ruiseñor que ya huele el día. ¿Qué precio tiene la vida?.... siempre hay alguien que come la hierba que arrojamos. Lo peor es que se estrella contra una valla miserables que entre todos tejemos, usted y yo y usted... una valla que, librada, conduce a otras.

El sueño liviano me desorientó un rato. Incluso pude ver desde mi colchón las estrellas brillando, muchas, mostrando la luz de su muerte. Pongo pies en el suelo observando a soldados del Ejército salvadoreño en el pueblo de San Francisco Angulo. En las fotos (terribles) arrastran a campesinos muertos, (45). Respondían a una táctica de contrainsurgencia conocida como tierra arrasada. Se trataba de "quitarle el agua al pez", es decir, quitarle a la guerrilla la base social de apoyo. Leí sobre masacres, como las de El Mozote y la de Río Sumpul, en las que fueron asesinadas un millar de personas en cada una. Los registros del Informe de la Comisión de la Verdad dan fe de ello...

El pan nuestro de cada día, éxodo constante. Que porquería, cascos azules fumando al lado de asesinos. Estuve a punto, un día indeterminado del año ochenta, de viajar hasta El Salvador. Vaya tiempo de machetes y fusiles. A punto de caer en esa rueda maligna de selvas, mosquitos y revolución pendiente. Siempre que observo imágenes como las que narro, imagino mi cuerpo arrastrado por las zarzas, desollado vivo por un tipo con acento yanqui que fuma Marlboro.

Tarajal es una frontera más, reúnan todas las del mundo y verán que colección enorme.

Es viernes, con rapidez cambio de imágenes, con avidez medito otras, a veces son mi perdición aunque las más, créanme, me salvan de la mediocridad habitual........