Caen gotas de tristeza. Miro a una lechuza apoyada sobre dos libros. Ella prescinde de mí, de hecho tuerce la cabeza. Miles Davis suena con mayúsculas mientras el busto de Trajano con nariz rota se inclina sobre el escritorio. Las mañanas del neoinvierno mediterráneo se sacuden a sí mismas…. Gota a gota un gran charco inunda los sótanos. Apuesto que algún cadáver acabará flotando.

¿Es Empédocles?... sus sandalias de bronce en boca del Etna, tan hartas de recorrer Agrigento y Segesto, Siracusa, Selinonte, esas sandalias orgullosas, tan viejas y pesadas….limoneros, buganvillas, reflexiones sobre el amor y el odio, contrarios vinculados entre sí, alternantes…….

La lechuza abre los ojos. Lava y cenizas sobre esta lluvia triste de la mañana. Sauces llorones cargados de agua torpe, chorros en forma de catarata mágica….. fuego convertido en pavesas devorando el corazón lánguido de los caminantes.

Cien gotas de tristeza.