Es muy probable que a muchos de los que vieron este domingo pasado el programa de La Sexta "El Objetivo", presentado por Ana Pastor, les llamara la atención la profusión de sonrisas de Rafael Hernando. Más aún cuando se trató de una entrevista tensa, en la que se estaban tratando temas que para nada son graciosos o agradables. Se habló de corrupción, de Rita Barberá y de su aforamiento, de la dimisión de Esperanza Aguirre... En fin, que eran temas que para nada inspiraban una sonrisa. Y sin embargo, pudimos ver al portavoz del PP en el congreso, Rafael Hernando sonreir en todo momento. ¿Es que se alegraba de lo que está ocurriendo? En absoluto.

Lo cierto es que la sonrisa es la primera expresión facial que aprendemos a hacer de forma voluntaria (al año de vida, más o menos); es decir, sin sentir verdaderamente alegría. De todas las expresiones faciales universales, la alegría (expresada a través de la sonrisa) es la única positiva, y, por ello, la más aceptada socialmente. ¿Alguna vez os ha pasado que alguien os dé una mala noticia o bien os cuente algo malo con una sonrisa? Pues eso. "Tapamos" nuestras emociones negativas con la sonrisa. Es lo que la sociedad nos enseña a hacer: a ocultar nuestras emociones negativas. Por ejemplo, no sería socialmente aceptable que Rafael Hernando pusiera cara de enfado a una pregunta de Ana Pastor. ¿Qué pensaríamos de él? O cara de triste, o cara de desprecio, etc. Así que pone cara de alegría, cuando en realidad su emoción no es de alegría. ¿Y cómo podemos distinguir enseguida cuándo una sonrisa no es verdadera? Pues en que casi siempre es asimétrica; es decir, las comisuras de la boca no se levantan igual, una está más elevada que la otra (casi siempre, la derecha)

Muy significativo del verdadero estado de ánimo respecto a su interlocutora en el vídeo que os muestro a continuación es el dedo índice señalando a Ana Pastor que podemos ver a partir del min. 1'35, justo cuando está explicando la serie de medidas anticorrupción que ha aprobado el PP. El (molesto) dedo índice señalando al interlocutor aparece por varias razones: puede tratarse de una persona autoritaria o bien puede deberse a un intento de reafirmar la autoridad propia. "Me estás atancado, y te doy mis argumentos de forma contundente, ayudándome de mi dedo índice que te señala y refuerza mi discurso". Como véis, muy lejos de la alegría que se debería ocultar tras la sonrisa.

Podéis ver el vídeo completo pinchando aquí.