Yo estoy empezando a sentir cierta simpatía por el primer ministro japonés, Shinzo Abe. Más que nada por los malos ratos que tiene que estar pasando este hombre en los encuentros internacionales. Primero fue Trump, y ayer Merkel. Cuando uno está con personas de otro país, es conveniente conocer qué costumbres tienen para no meter mucho la pata. Este detalle, que resulta muy evidente y lógico, parece que no lo tienen muy en cuenta algunos líderes mundiales. Y eso a pesar de que justamente ellos tienen muchas indicaciones en cuanto al protocolo a seguir en cada caso.

No hace mucho, Donald Trump le hacía uno de sus apretones de manos a lo Hulk, y sin soltarlo durante excesivo tiempo a Shinzo Abe.

Y ayer, en la cumbre del G20, Merkel saludaba con unos afectuosos besos al primer ministro japonés (min. 0'08)

¿Y aquí dónde está la metedura de pata?, os preguntaréis. Pues en que Merkel no ha tenido en cuenta la cultura japonesa. Se trata de una cultura de bajo contacto; de hecho, es un caso típico de estudio en comunicación no verbal, porque es la cultura en la que menos se tocan las personas, fuera del entorno familiar. Ni siquiera se tocan en los saludos.

El primer ministro japonés se adapta a la cultura occidental dando la mano, pero pedirle también que le dé dos besos a Merkel, es demasiado pedir, ¿no os parece?