En plena crisis migratoria, veo en el telediario cómo miles de personas luchan por sobrevivir, mientras, mi hijo, en plena adolescencia, me muestra la otra cara de la moneda. La cara de los niños que no valoran lo que tienen.

Nos hemos peleado por un sándwich de mantequilla, con éso lo digo todo. El pulso lo ha ganado él. Ha tenido que decir la última frase. –La próxima vez no te molestes en levantarte–. Vamos, que no volviera a preparle nunca nada más.

Es triste decirlo pero ya no espero que valore nada de lo que hago. Sé que está en ese inevitable momento de ruptura con todo lo que yo represento. La madre simboliza la infancia y él ahora tiene que romper con éso y alejarse. Es natural. Es doloroso pero es que la vida duele, y si no duele es que uno está muerto. Pero en este caso su indignación ha sido producida por algo tan nímio como que pusiera mantequilla en su sándwich. Me ha enviado una retahíla de mensajes de queja y ésta ha sido mi respuesta;

–Mira cariño, el otro día gastaste casi la mitad del paquete de mantequilla al hacerte tus sándwiches. Eso me hizo pensar que ya te habías reconciliado con la mantequilla. Ha quedado demostrado que aunque antes no te entusiasmaba, ahora has cambiado y parece que te gusta. Te he hecho el bocadillo muy pronto por la mañana y le he puesto un poco de mantequilla para que el pan no se te secara. También le metí una buena dósis de cariño. Me ha costado levantarme porque he pasado una noche horrible. Aun así no quería dejar de preparte el desayuno, el bocadillo del patio, y hacerte la comida. Así que voy a responder a tus quejas con dos refranes, uno en catalán y el otro en castellano, porque quiero que crezcas y que madures; si vols estar ben servit, feste tu mateix el llit, y, es de mal nacido ser desagradecido.

Esa misma tarde al llegar a casa va y me dice que había lanzado el bocadillo a la papelera pero que en realidad lo tiré yo, indirectamente–. He sentido una impotencia infinita. Así que mañana, y dado que es mi cumpleaños y quiero disfrutarlo un poco, he decidido dejarle una nota en la que ponga que voy a dormir un ratito más y que se haga él mismo la comida, con todo cariño, mami.

Las madres solteras nos tenemos que proteger constantemente puesto que en la adolescencia los chicos son capaces de arremeter contra todo. Incluso contra lo que más quieren. Es importante que nos vean fuertes. Con la estima bien alta. Eso nos permitirá soportar sus embestidas y seguir educando. Ambas cosas requieren de valor y coherencia. Nuestros hijos tienen que ver que nos valoramos y que somos coherentes. Que hay coherencia entre lo que pensamos, decimos, y hacemos. No deberíamos dejar pasar según qué conductas. Los chicos, piden a gritos lecciones de vida. Estoy tramando cuál va a ser la suya. Sé que aprenderá de todo ésto. Yo también estoy aprendiendo mucho, y confío en él. Tal vez el sándwich de mantequilla encierre algo mucho más profundo, o tal vez no. Seguiré tirando del hilo.