Las Pirámides de Egipto, un crucero por el Nilo o el templo de Abu Simbel, son destinos míticos, de inexcusable visita para cualquier viajero que se precie. Sin embargo hay una cuestión que surge cuando se programa un viaje a estos lugares en la actualidad: ¿es Egipto un lugar seguro?, ¿Se pueden visitar con tranquilidad sus grandes atractivos? Esta es mi modesta opinión ahora que acabo de regresar de un viaje por estas tierras milenarias.

Egipto es un país fascinante para viajar

Diciembre de 2018. Llego a Luxor en vuelo desde Madrid con escala en El Cairo. A la mañana siguiente tengo reserva en una de las muchas motonaves que hacen el crucero por el Nilo. Voy a hacer un recorrido de cuatro noches desde Luxor hasta Asuán, en los que te empapas de las imponentes construcciones faraónicas, una de las civilizaciones más destacadas en la historia de la humanidad. Me llama la atención el amplio despliegue de policías por los lugares turísticos de Luxor, circunstancia que se repetirá durante todo el tour por Egipto. Es mi tercer viaje a este país y mi tercer crucero por el Nilo desde 1991 y nunca había visto tanta vigilancia.

El templo de Luxor, ciudad en la que inicio el crucero por el Nilo

En el barco con el que hago el crucero las medidas de seguridad son también rigurosas: para entrar hay que pasar por un arco detector de metales. Este aparato, controlado por policías, soldados o profesionales, ya se ha generalizado por todos los lugares de interés turístico del País, hoteles y lugares con aglomeraciones de público, aunque, todo hay que decirlo, pude observar que alguno no funcionaba.

Dos de las muchas motonaves que hacen el tour por el Nilo

Es muy importante la selección del barco para hacer el crucero por el Nilo. Lo puedes hacer dentro de un tour completo por Egipto o contratarlo por libre a través de internet. Por lo general te ofrecen tres categorías, la de lujo estándar, lujo normal o superlujo. Hay que tener en cuenta que en Egipto el concepto de lujo es muy distinto al español y un lujo estándar no suele alcanzar el nivel de tres estrellas en nuestro país. Por tanto, la opción más recomendable es la de superlujo, que viene a ser un cuatro estrellas, con unos camarotes con amplio ventanal y un servicio de comidas limpio, variado y sabroso.

Estatua del faraón Ramses II en el templo de Karnak, en Luxor

Los precios del crucero de cuatro noches oscilan entre los 300 y los 400 euros incluyendo una visita en autobús de Abu Simbel. De vez en cuando surgen algunas ofertas más baratas, pero hay que verificar la categoría del barco y lo que incluye el precio, que debe ser pensión completa durante las cuatro noches de recorrido salvo bebidas, y todas las visitas. Ojo que hay recorridos por el Nilo de tres noches, desde Asuán hasta Luxor, el sentido inverso al que yo hago, y que por tanto son más baratos. Mención aparte merecen las propinas, que no se incluyen en el precio y que son prácticamente obligatorias ya que, en realidad, es una tasa para el personal, que de otra forma apenas cobraría ya que sus sueldos son misérrimos. Es una cantidad muy módica, que ronda los 25 euros por persona y que se paga al final del crucero.

El templo de Karnak

La contratación del crucero debe incluir también un guía para todas las visitas y por supuesto en español. Es importante la eficacia del guía porque es el que aporta no sólo la información de las visitas sino los vehículos para los desplazamientos desde el barco y la duración de cada recorrido. Es inevitable que en algunos desplazamientos se añadan paradas para contemplar productos típicos o trabajos artesanales. No son más que pretextos para llevarte a establecimientos comerciales donde obtienen su comisión, por lo que los precios son más caros, aunque siempre te insistirán en la "gran calidad" de los mismos. La pena es el tiempo que pierdes en estos lugares en detrimento de lo fundamental, que es la visita de templos y restos faraónicos. Al terminar el crucero el guía también solicitará una propina. En este caso no es obligatoria pero si el servicio prestado ha sido bueno por una módica cantidad le das una alegría.

El templo de la reina Hatshepshut, cerca de Luxor

La propina es omnipresente en Egipto y te la pedirán hasta por lo más mínimo. Por tanto, tienes que tener en cuentas que nada es gratis y que son muchos los miles de egipcios que viven de las propinas que obtienen de los turistas. Unos deambulan por los alrededores de los barcos para cualquier ayuda, como trasladar equipajes a vehículos, y otros te tratan de vender cualquier souvenir, te ofrecen excursiones alternativas o paseos en calesa. En algunos casos tienes que ponerte serio para que te dejen tranquilo.

Estatuas de la reina Hatshepshut

Otro factor importante es la época del viaje a Egipto. La mejor es el invierno, cuando las temperaturas son muy agradables y puedes disfrutar de las visitas. En el Cairo las mañanas son frías y los días frescos pero durante el recorrido por el Nilo la temperatura es ideal, rondando entre los 20 y los 30 grados como máximo. Viajar en verano es una locura, ya que las visitas se tienen que hacer muy tempranas para poder soportar el calor, que a mediodía llega hasta a superar los 50 grados en algunos lugares del recorrido, y lo que se pretendía que fuera un viaje de placer se convierte en un calvario.

Una imagen cotidiana de Egipto

Hay que tener en cuenta, además, para los aficionados a los cruceros, que no es mi caso, que los que se efectúan por el Nilo nada tienen que ver con los mastodónticos que navegan por el Mediterráneo o por otros grandes mares y océanos, que parecen poblaciones flotantes con miles de pasajeros. Las motonaves del Nilo tienen una capacidad máxima de un centenar de pasajeros y casi nunca van llenos. Por tanto, no hay que hacer turnos para nada.

Esfinges flanqueando la entrada al templo de Karnak

Las primeras visitas las hago en Luxor, ya alojado en el crucero. Somos un grupo de seis, los únicos españoles en el crucero, ya que la mayoría son alemanes. Salimos después de comer y como en invierno en Egipto el sol se pone sobre las 5 de la tarde, y a las 5,30 es noche cerrada, no hay tiempo más que para ver el templo de Karnak de día, aunque eso sí, con la luz del atardecer, que es especialmente atractiva.

Esfinges con cabeza de cordero en Karnak

La siguiente cita es el templo de Luxor, que ya la hacemos al anochecer porque está relativamente bien iluminado. Para los que no tienen más remedio que viajar durante la temporada de calor es una opción menos mala escoger el horario nocturno para poder soportar de una temperatura menos sofocante. Todas las entradas a los templos a lo largo del crucero, que cuestan entre los 6 y los 8 euros, deben estar incluidas en el precio del crucero. De lo contrario, o hemos comprado un crucero de una empresa poco seria o el guía trata de buscarse un ingreso adicional, aunque este último caso suele ser muy raro.

El templo de Luxor

El Barco zarpa de Luxor a primera hora de la tarde del segundo día, tras una mañana intensa con visitas al Valle de los Reyes, a los Colosos de Memnon y al templo de la reina Hatshepsut. Aunque el Nilo tiene amplitud en este tramo, desde su cubierta se pueden contemplar ambas riberas y observar la vida tradicional de los lugareños en escenas del Egipto de hoy que nos recuerdan a la Europa de comienzos del pasado siglo. La motonave navega con tranquilidad y la quietud de las aguas del Nilo es tal que el movimiento es casi imperceptible para los viajeros.

Los Colosos de Memnon

El tercer día hay dos visitas importantes. Por la mañana la motonave ya se encuentra en Edfú, donde se visita el templo en mejor estado de conservación. Es más cómodo hacer el recorrido desde el puerto hasta el templo en calesa, a menos de 3 kilómetros, y así lo incluye el programa, pero para mí es más interesante hacerlo andando y especialmente recorrer el pintoresco mercado de Edfú, con frutas y verduras de todo tipo amontonadas en los puestos de venta.

El templo de Edfú, muy bien conservado

También me tropiezo en E·dfúcon varios bares donde puedes contemplar a los vecinos vestidos con su túnica gris y su turbante blanco mientras fuman con la aquí llamada shisha, y en otros lugares narguile o pipa de agua.

Fumando la shisha o narguile en Edfú

Tras Edfú, la siguiente parada de la motonave es Kom Ombo, cosa que hace cuando el sol está a punto de desaparecer por el horizonte, con una luz excepcional si, como casi siempre, el cielo está despejado. No hace falta insistir en que en todas las entradas a los templos hay arcos detectores de metales, así como un elevado número de policías y soldados controlando la zona, lo que transmite tranquilidad a los turistas. Como en todos los templos, antes de entrar hay que atravesar un mercado de souvenirs en el que te ofrecerán múltiples objetos. Si optas por comprar debes saber que, en la mayoría de los casos, te piden unos precios nada reales y que, en muchos casos, lo puedes obtener por la tercera parte o menos, aunque eso sí, debes de ser un experto en el regateo.

El templo de Kom Ombo desde el barco

Tras la visita a Kom Ombo el barco reemprende la marcha hasta Asuán, adonde llega antes de medianoche. Como tengo incluido Abu Simbel en el tour, una visita imprescindible, me citan nada menos que a las 2 de la madrugada para la salida. Los casi 300 kilómetros de distancia los hago en un autobús, que cubre la distancia, a lo largo de un paraje desértico, en unas tres horas, con alguna parada de control militar. Cuando llegamos a Abu Simbel, a las 5,30 horas, es completamente de noche aunque los templos de Ramses y de la reina Nefertari están perfectamente visibles por una potente iluminación.

El impresionante templo de Ramses en Abu Simbel

Mientras hago la visita el día comienza a clarear y una hora más tarde puedo contemplar el magnífico espectáculo de los primeros rayos de sol alumbrado los templos. Si cuando me citaron las 2 de la madrugada para hacer el tour hice un gesto de fastidio, ahora me doy cuenta de mi error y celebro haberlo hecho a esa hora porque me ha permitido ver tan imponentes edificaciones con todas las luces posibles, desde la noche cerrada hasta el pleno sol. En mis dos visitas anteriores no tuve esta oportunidad ya que hice el viaje desde Asuán en avión y no pernocté en los hoteles cercanos a los templos. En Abu Simbel es obligada la foto con la llave de la vida, que gentilmente te deja el guardián del templo de Nefertari, aunque si le das una propina quedarás muy bien.

El templo de Nefertari, en Abu Simbel

De regreso a Asuán el mismo autobús de Abu Simbel te lleva directamente a Philae, un templo situado en una islita del Nilo y al que se llega en un bote. Es un lugar que algunos no visitan porque tienen por la mañana el vuelo de regreso a El Cairo. Es un grave error perderse un templo tan encantador, rodeado por el Nilo. Al igual que Abu Simbel, tuvo que ser trasladado de emplazamiento, en una asombrosa operación de ingeniería, para evitar que quedara engullido por las aguas tras la construcción de la presa de Asuán.

El templo de Philae, en una isla del Nilo

La última actividad del tour es un paseo por las aguas del Nilo en falúa, la típica barca que ha surcado este río desde tiempo inmemorial con la preciosa vela triangular. El paseo lo hacemos por el sector del Nilo donde se ubican la tumba del Aga Khan y el Jardín Botánico, un lugar idóneo para contemplar la puesta de sol. Ya por mi cuenta completo el día con un recorrido por el pintoresco zoco de la ciudad de Asuán.

Anochecer en las aguas del Nilo en Asuán

En la mañana del quinto día tengo de desalojar, no con cierta pena, la motonave. Me dirijo al aeropuerto, también con el desplazamiento incluido en el precio del crucero, para volar hasta El Cairo, donde tengo reserva durante tres noches en un hotel de gerencia española en el barrio de Guiza, muy cerca de las Pirámides. Nada más salir del aeropuerto verifico que la capital egipcia continúa siendo la ciudad de tráfico caótico y contaminante que ya comprobé y sufrí en visitas anteriores.

Estatua de Horus en el templo de Edfú

La primera mañana en El Cairo la dedico por completo a las pirámides de Guiza, la única de las 7 maravillas del mundo que ha sobrevivido. Es un lugar imponente al que la presencia de numerosos camelleros con sus ataviados dromedarios confiere vida y color. Muchos se ofrecen para que des una vuelta a lomos de un dromedario, cosa que declino aunque eso sí, reconozco que debería de pagar una tasa por utilizar tanto animal para dar colorido a las fotografías de las pirámides.

La pirámide de Keops y la esfinge

Por la tarde visito el Museo Egipcio, situado en pleno centro de El Cairo y famoso especialmente por acoger muchos de los miles de objetos de la tumba de Tutamkamón, la única importante que se encontró sin saquear. Sólo por esto ya merece la pena pero es que, además, hay expuestos todo tipo de restos de las distintas etapas de la civilización de los faraones. Las medidas de seguridad en el museo se redoblan. Así, para entrar tengo que pasar dos controles rigurosísimos controlados por las fuerzas armadas.

Sarcógafo en el Museo Egipcio

Mi último día en El Cairo lo dedico a visitar la Ciudadela, la zona antigua y el mercado de Jan El-Jalili, el mayor y más grande de los existentes en la ciudad y donde los múltiples productos a la venta se agrupan por sectores. Desde la Ciudadela se obtienen las mejores vistas sobre la zona vieja de la ciudad, de la que sobresalen, como agujas, los minaretes de las abundantes mezquitas. Hay muchos escolares y jóvenes egipcios en la ciudadela y, como he constatado en todo Egipto, todos muy amables y cordiales con los turistas extranjeros. Además, con el uso generalizado del móvil entre la población local, es muy frecuente que pidan a cualquier turista con pinta occidental que posen con ellos para hacer selfis. Ni yo me pude librar de hacerlo cuando te lo piden con tanto interés y educación.

Panorámica del viejo Cairo desde la Ciudadela

Muy pocos días después de regresar de mi viaje por Egipto se produce el fatídico atentado en el que mueren varios turistas vietnamitas, en el que es el primer atentado en los últimos tres años. Un grave hecho que seguramente motivará que algunos que estaban pensando en viajar al país opten por desistir. Están en su perfecto derecho.

Paseo en camello por el desierto

Yo, por mi parte, he contado lo que he visto y en ningún momento he sentido sensación de inseguridad durante todo mi recorrido, y he circulado libremente por todos los lugares que he visitado. En fin, viajar a Egipto es una decisión que debe de tomar cada uno por su cuenta y no soy yo persona dada a influir en determinadas decisiones, especialmente en este tipo de asunto.

Puesta de sol tras las milenarias pirámides

TODAS LAS IMÁGENES DE MANUEL DOPAZO