Meteora es uno de los lugares más espectaculares y sorprendentes no solo de Grecia, sino del mundo y es la visita más impresionante de la Grecia continental, solo equiparable a la de la Acrópolis. Incluso ha servido de escenario para Juego de Tronos y para el agente James Bond. Sin embargo, su ubicación, aislada y lejos de cualquier otra atracción turística, depara que la mayoría de turistas la ignoren. Cuesta imaginar cómo pudieron construirse estos monasterios ortodoxos en lugares tan pintorescos como inverosímiles.

James Bond también deambuló por estos parajes de Meteora

Llego a Meteora en un coche alquilado con el que estoy recorriendo Albania y la parte norte de Grecia. Me ha llovido en varias ocasiones a lo largo del día pero cuando me aproximo a Meteora el sol del atardecer se abre paso entre negros nubarrones y alumbra con dorado fulgor las gigantescas moles de piedra arenisca: la llegada a tan singular destino es realmente impactante. Meteora está declarada, por supuesto, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1988.

Un conjunto de peñascos de Meteora al atardecer

Hago alguna parada al borde de la carretera para sacar varias fotos y aprovechar tan especial momento de luz antes de que la puesta de sol o las densas nubes finiquiten tan bello espectáculo. Contemplo las formaciones rocosas desde su cara occidental, desde la que ya vislumbro, semiocultas, algunas construcciones en lugares inaccesibles de las cumbres.

Entre las grandes moles de piedra asoman monasterios

Las negras nubes apenas me conceden una tregua de media hora, suficiente solo para sacar algunas imágenes, porque vuelven a ocultar el sol hasta que anochece. Kalambaka, con unos 20.000 habitantes, es la ciudad que acoge la inmensa mayoría de los hoteles y servicios turísticos de quienes visitan Meteora, pero yo he elegido una pequeña aldea llamada Kastraki porque está situada justo enfrente de las singulares formaciones rocosas.

La población de Kalambaka esta dominada por Meteora

Es ya prácticamente de noche cuando llego al hotel pero el cielo está ya casi despejado y aún puedo contemplar desde el balcón de la habitación las siluetas de los monolitos de piedra de Meteora con el resplandor rojizo del crepúsculo. Mi hotel tiene una situación excelente y ahí se acaban todas sus virtudes. Me cuesta 40 euros la habitación pero de estar situado en otra parte menos estratégica no pagaría por ella ni 30.

Peñascos de Meteora al anochecer

A la mañana siguiente madrugo porque tengo un día apretado y antes de que anochezca quiero reemprender la marcha para poder pernoctar en Tesalónica. Hace una mañana espléndida de primavera, con un sol que acaricia y una atmósfera transparente. Pronto enfilo la carretera que desde el mismo hotel me dirige hacia la base rocosa de Meteora en apenas unos minutos.

Los grandes pináculos de piedra arenisca de Meteora

Tengo previsto hacer un recorrido por un circuito que tiene 17 kilómetros de longitud y que permite llegar a los seis monasterios actualmente existentes, encaramados en las crestas de los riscos. La carretera, una estrecha vía asfaltada, serpentea entre tremendos bloques de piedra de color gris negruzco, con formas caprichosas como consecuencia de la erosión, que contrastan con el intenso verde del terreno poblado de árboles sobre el que se yerguen. El camino comienza pronto a ganar pendiente hasta alcanzar tramos de gran desnivel. El madrugón que me pego tiene sus ventajas, ya que la carretera está expedita de vehículos, lo que me permite parar sin problemas en algunos tramos donde el arcén se amplía, ya que miradores, como tales, solo hay dos en todo el recorrido. Pronto puedo contemplar la primera de estas edificaciones religiosas de la iglesia ortodoxa griega. Es el monasterio de San Nicolás.

Monasterio de San Nicolás en Meteora

El monasterio de San Nicolás está construido sobre uno de los riscos de menor altura y pese a ello ya impresiona porque al verlo te preguntas cómo fue posible que con las precarias técnicas de los monjes del siglo XIV se pudiera levantar semejante edificación en un risco aparentemente inaccesible. Ahora ya no hay problemas para llegar a la cumbre porque se ha construido una cómoda y moderna escalera muy empinada. La carretera bordea la misma roca en la que se asienta la edificación.

Otra imagen del monasterio de San Esteban

Es todavía temprano por lo que el monasterio está cerrado ya que no abre al público hasta las 9 de la mañana. Para visitar Meteora hay que tener en cuenta el día que eliges, ya que solo los sábados y domingos están todos abiertos. Los demás días siempre hay uno o dos cerrados. Sin embargo, esta circunstancia no es un problema grave ya que aunque el interior de las iglesias está completamente decorado con bellísimos frescos, la mayoría son de similares características.

Panorámica de Meteora con el monasterio de San Esteban

Tras el monasterio de San Esteban prosigo por la sinuosa carretera y varios kilómetros más arriba alcanzo el monasterio de Roussanou, que se encuentra en la cima de una puntiaguda roca ocupando la totalidad de la superficie. El vial hace un pronunciado giro alrededor de la base del peñasco.

El Monasterio de Roussanou despunta entre los peñascos

Prosigo la ruta y a medida que me acerco al cogollo rocoso de Meteora se van poniendo al alcance de mi vista más y más monasterios. Ya en la parte alta, desde un mirador estratégico, la vista es magnífica, con el amplio circo de Meteora enfrente de mí y hasta cuatro de los seis monasterios ante mis ojos. Cada uno de ellos en la cresta de gigantescos monolitos. Las comunidades cristianas ortodoxas de la Edad Media escogieron tan intrincadas ubicaciones para protegerse de los ataques otomanos, cuyo imperio dominó Grecia durante más de trescientos años.

En esta panorámica se aprecian 4 de los 6 monasterios

Cuando se construyeron, los monasterios eran inaccesibles y para poder llegar hasta ellos los monjes utilizaban escaleras colgantes de cuerda. Para el abastecimiento, el sistema de transporte eran las poleas y las cestas con cuerdas. Así lograron mantenerse a salvo durante siglos. Pero aunque de la amenaza turca se salvaron, no tuvieron la misma suerte con la de los nazis, cuyas tropas causaron graves daños a las construcciones en su persecución de la resistencia antifascista, que utilizó estas construcciones como refugio.

Otra imagen del monasterio de Roussanou

Reanudo el recorrido y llego en vehículo hasta la cima de Meteora. Desde allí tengo muy cerca a los dos monasterios más grandes y visitados, los de Gran Meteoro y Varlaam. De ambos, si tuviera que elegir uno, me quedo con Varlaam, especialmente porque las vistas desde su terraza son imponentes. El precio de entrada a cada monasterio es de tres euros.

Los monasterios Gran Meteoro y Varlaam están cercanos

Una larga y empinada escalera, adosada a la roca y construida a comienzos del pasado siglo, conduce hasta el monasterio de Varlaam. Cuando hago la visita, ya a media mañana, la concurrencia es grande porque han llegado los primeros de los numerosos autobuses turísticos que hacen el recorrido por Meteora, y eso que todavía es primavera y no estamos en la temporada alta. A los hombres se les exige pantalón largo y a las mujeres falda larga para visitar los templos pero a la entrada facilitan ropa para cubrir las piernas y poder entrar sin problemas.

Una escalera adosada a la roca conduce al monasterio

La iglesia del monasterio de Varlaam es pequeña, como todas las de Meteora, y con las paredes completamente cubiertas con pinturas que reproducen a santos, escenas inspiradas en la Biblia y en las persecuciones sufridas por los cristianos. Son frescos que se remontan, según me aseguran, a los siglos XV al XVIII, aunque han sido restaurados y parecen más recientes.

Interior de la iglesia de Varlaam, con las paredes ilustradas

En la actualidad los monasterios están habitados por pequeñas comunidades de monjes entre las que se incluyen algunas de monjas. Por el interior del monasterio me cruzo con algunos monjes, siempre con sus imponentes barbas y la skufia, una especie de gorro de color oscuro o negro.

Monje ortodoxo de los monasterios de Meteora

A continuación me dirijo hasta el extremo oriental de Meteora donde se encuentran los dos monasterios que me restan. El primero al que se llega es posiblemente el que ocupa el risco más impresionante y es una de las postales más conocidas de Meteora. Es el monasterio de la Santísima Trinidad, Holy Trinity. A simple vista parece totalmente inaccesible pero tras estacionar el vehículo en el amplio estacionamiento de un mirador, me aproximo y pronto localizo un estratégico puente que conecta la ladera de la montaña con las paredes del gigantesco pináculo sobre el que se levanta el monasterio.

El monasterio de la Santísima Trinidad

La impactante ubicación del monasterio de la Santísima Trinidad no ha pasado inadvertida para el cine, hasta el punto que fue elegida como uno de los escenarios de una película de la serie de James Bond, la de "Solo para sus ojos", aunque al parecer las escenas de acción se rodaron en una roca cercana al no obtener el permiso de los monjes. No es la única aparición en el cine, los monasterios de Meteora también fueron escenario de uno de los capítulos de la primera temporada de Juego de Tronos, aunque el lugar fue recreado digitalmente.

El monasterio de la Santísima Trinidad

Muy cerca del Holy Trinity se encuentra el de San Esteban, St.Stephen´s, el último de los seis monasterios activos de Meteora. Su peculiaridad estriba en que parece colgar, cual nido de águila, sobre la población de Kalambaka, que se asienta a sus pies, una ubicación que permite espléndidas imágenes. Termino el recorrido a primera hora de la tarde y me tomo un momento de relax para comerme un bocata que me han preparado en el hotel ya que por toda la ruta no he encontrado ningún bar. No obstante, a apenas media hora se encuentran las localidades de Kalambaka y Kastraki donde hay todo tipo de bares y restaurantes.

El monasterio de San Esteban sobre la ciudad de Kalambaka

Cuando recojo la maleta del hotel de Kastraki y parto hacia Tesalónica sigo todavía impresionado por la visita. Meteora es un lugar imprescindible aunque no se incluya en casi ningún tour a Grecia por estar situada a 350 kilómetros de Atenas y en una zona aislada de otros incentivos turísticos salvo Tesalónica. La mejor solución para visitarla si contratas un tour por Grecia y no la incluye es disponer de dos días libres y desde Atenas alquilar un coche o contratar un tour que puede incluir, de camino, las interesantes ruinas de Delfos. Hay también un tren directo a Kalambaka aunque tarda cinco horas y con solo una salida diaria. Finalmente, para los casos más apurados existe un tour en autobús de un día, aunque bastante pesado porque sales muy temprano de Atenas, regresas muy tarde y te tiras 10 horas en el autobús.

La ciudad de Kalambaka desde el monasterio de San Esteban

TODAS LAS IMÁGENES: MANUEL DOPAZO